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Resiliencia y desafíos después del 27/F

To Daniela Villouta Gutiérrez

El terremoto y tsunami del 27/F afectaron de manera considerable a diversas regiones de Chile. En respuesta, fue necesario un complejo proceso de reconstrucción y planificación urbana, con foco en la resiliencia de las comunidades.

Una de las principales lecciones a nivel de planificación urbana tiene relación con el enfoque basado en la resiliencia de las comunidades. La resiliencia, en este contexto, se entiende como la capacidad de las comunidades y entornos urbanos de resistir, adaptarse y recuperarse de desastres naturales, asegurando un desarrollo sostenible a largo plazo. Una medida central, aunque no exenta de dificultades y consecuencias para los habitantes, es la reubicación de asentamientos vulnerables.

En este proceso, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo implementó la política de viviendas en zonas seguras, evitando reconstruir en sectores inundables o expuestos a tsunamis. Este es el caso de Dichato con la reubicación de familias en zonas elevadas y la solución de viviendas inundables. Asimismo, fue el caso de Constitución, en donde se creó el Parque Fluvial Mitigador, diseñado para disipar la energía de futuros tsunamis y evitar la ocupación descontrolada del borde costero. Siempre se debería implementar un plan de adaptación que complemente medidas sociales para los habitantes, reforzando las redes sociales o fuentes laborales que pueden deteriorarse en procesos de reubicación.

Otro aspecto relevante, es la colaboración comunitaria y planificación territorial participativa. La reconstrucción no solo se centró en la infraestructura, sino que también incorporó a la ciudadanía en la planificación territorial. Se promovieron mesas de trabajo entre autoridades y comunidades, permitiendo que los habitantes de las zonas afectadas expresaran sus necesidades y preocupaciones.

Aún queda una gran brecha por cubrir para avanzar en la reducción del riesgo de desastre. Principalmente se debe invertir en educación de riesgo de desastre, tanto a tomadores de decisiones como a los habitantes. Así también, debemos avanzar en investigación propositiva y vinculante a política pública desde la academia, trabajando siempre en base a las comunidades, que es donde se encuentra el mayor aprendizaje.

Las ciudades localizadas en zonas sísmicas y además costeras, como es el caso de Chile en general, deberían incorporar estrategias de planificación y diseño arquitectónico y urbano resiliente. Con esto nos referimos desde medidas de construcción de edificios seguros ante sismos, como espacios públicos resilientes que se planifiquen de manera integrada al sistema natural. El componente educativo es clave en este proceso. Por otra parte, es posible proponer sistemas de incentivo de construcción en zonas seguras mediante normativa e impuestos, de esta forma podremos dirigir el proceso de crecimiento de nuestras ciudades.