El andar colectivo por la igualdad sustantiva de las mujeres en nuestro país es un camino que, desde las instituciones de Educación Superior, especialmente las que tenemos un sello católico, nos anima año a año a reflexionar respecto a cómo nos encontramos y proyectamos nuestro quehacer. Especialmente en estos tiempos en que en nuestro país los discursos polarizados limitan la capacidad de diálogo sobre los desafíos que nos unen.
Así, podemos ver que el camino hacia la igualdad de participación de las mujeres en la educación superior hay avances, en particular se observa que hoy más mujeres han obtenido financiamientos altamente competitivos. En la UCSC un 34% de quienes lideran proyectos de financiamiento externo son mujeres. Romper las barreras que han invisibilizado históricamente el trabajo femenino es clave, no solo para fortalecer la producción científica, sino también para inspirar a nuevas generaciones de estudiantes de pre y postgrado que ven en estas investigadoras un modelo a seguir.
Esta inspiración permite hacer visible el liderazgo de las mujeres en las otras áreas del quehacer de la educación superior. Hoy vemos en la UCSC una mayor presencia de jóvenes mujeres liderando centros de estudiantes en facultades como Ingeniería, Derecho o Educación, entre otras, en las que destacan los liderazgos de jóvenes comprometidas con su formación y su comunidad. Además, en las distintas áreas de gestión de la Universidad nos encontramos con liderazgos de mujeres que destacan por su profesionalismo y orientación a la excelencia.
Por estos logros, comprender el rol de la educación a lo largo de toda la vida es fundamental para fomentar el pensamiento crítico y transformador. Esto contribuye, por ejemplo, a impulsar la investigación con enfoque de género que permita hacer frente a las desigualdades que persisten y generar estrategias de transformación. También la sensibilización y capacitación respecto al impacto de la violencia de género nos permite buscar mecanismos para limitar su avance en las nuevas generaciones y con ello minimizar el daño en la trayectoria de las mujeres.
Un desafío pendiente es lograr que el 15,7% de mujeres que hoy estudian ingeniería en nuestras universidades permanezca en sus carreras y se titule, contribuyendo a eliminar la desigualdad en el mundo laboral.
Este 8 de marzo 2025, una vez más compartimos la esperanza de que los cambios institucionales tienen un importante efecto en la percepción de justicia e igualdad y que estos cambios en el plano educativo tienen un potencial transformador para lograr avances sustantivos.