Dr. Laurie Wesley, de la U. de Auckland, compartió su experiencia en trabajos de estabilización del monumento italiano con estudiantes de Ingeniería Civil, en charla del Laboratorio de Geomateriales.
Un proceso constructivo de 199 años es, en parte, responsable de la mundialmente conocida inclinación del campanario de la Catedral de la ciudad italiana de Pisa. Conocida como Torre de Pisa, la estructura sufre un fenómeno que en Ingeniería se denomina asentamiento diferencial. Y son esos profesionales los que a través de los años han debido desarrollar mecanismos de estabilización para que la construcción iniciada en 1173 no colapse.
El Dr. Laurie Wesley, de la Universidad de Auckland, fue el responsable de compartir con los estudiantes de Ingeniería Civil de la UCSC algunos de los trabajos que permiten a la Torre de Pisa mantenerse inclinada sin colapsar. En una charla organizada por el Laboratorio de Geomateriales de la Facultad de Ingeniería, el académico que además imparte cátedras para la U. de Chile y ha publicado libros en Nueva York, relató a los futuros Ingenieros cómo se controla el asentamiento diferencial de la torre.
Lo fundamental, a juicio de Wesley, es medir de manera permanente la inclinación del edificio. La labor que hoy se realiza con herramientas modernas y de alta precisión, explicó, en un principio requería de un péndulo. A partir de los resultados de esas mediciones, es que equipos de Ingenieros han trabajado históricamente en el manejo del edificio. El Dr. Wesley detalló su propia experiencia como académico visitante en la recuperación realizada entre 1995 y 2000, luego de que la Torre de Pisa fuera incluso cerrada al público por el riesgo que experimentaba la estructura.
Referida a estos últimos trabajos de estabilización, el académico de Auckland detalló cómo, a partir de la aplicación de peso en el ala norte de la estructura, y de la realización de perforaciones inclinadas a cierta distancia de la construcción, se logró evitar el colapso de una edificación cuya principal característica más atractiva es la capacidad de permanecer inclinada y no derrumbarse.
El asentamiento diferencial que evidencia la torre se inició luego de su primera etapa de construcción, que erigió cuatro pisos entre 1173 y 1178. Pasaron 94 cuatro años para, que en 1272 y hasta 1278, se levantaran tres pisos más y, recién entre 1360 y 1372, se finalizara la octava y última planta que completó 60 metros de altura para el edificio completo. “Es el largo proceso constructivo lo que ha permitido a la Torre de Pisa permanecer estable y no colapsar, a pesar de su permanente inclinación y la mala calidad del suelo donde está instalada. Si se hubiera edificado de una sola vez, esto no habría sido posible”, concluyó Laurie Wesley en el Auditorio San Agustín.