En pequeños cauces y quebradas del gran Concepción, es posible avistar, con mucha suerte, el “cangrejo tigre” (Aegla concepcionensis), un crustáceo decápodo (de diez patas) de coloración café amarillento con bandas verdes oscuras. Se trata de una especie endémica de Concepción que fue considerada extinta en la naturaleza, pero que en 2004 fue redescubierta en el estero Cárcamo de la Universidad de Concepción.
Entre las causas que llevaron al cangrejo tigre a casi desaparecer se encuentran la expansión de la urbanización, la deforestación del bosque nativo y su reemplazo por monocultivos forestales que acidifican y secan el suelo, y la intensificación de los incendios forestales. A esto se suma la baja de las precipitaciones como consecuencia local del cambio climático global, lo que ha disminuido la profundidad de las napas y generado alteraciones físicas y químicas en los cursos de agua dulce donde habita esta especie.
En este contexto un grupo de científicos, compuesto por Sam Catchpole, de la empresa Pares & Álvarez; Pablo González, del Centro Regional de Estudios Ambientales (CREA) de la UCSC; Erwin Barría, del Laboratorio de Ecología Evolutiva y Filoinformática de la Universidad de Concepción; y Reinaldo Rivera, de la Universidad Santo Tomás, publicaron la investigación titulada “Estructura poblacional y reproductiva del cangrejo dulceacuícola altamente vulnerable y endémico Aegla concepcionensis” en la revista sueca Acta Zoológica, que pone en alerta la urgencia de proteger a esta especie única de Concepción.
Rol en el ecosistema
De acuerdo al investigador en ciencias ambientales, Pablo González, el cangrejo tigre corresponde a una especie representativa de la provincia de Concepción y que es considerada, junto con otros invertebrados acuáticos, como una especie bioindicadora de calidad de agua. De acuerdo al profesional, “el cangrejo tigre cumple un rol ecológicamente importante en los ecosistemas acuáticos, ya que al ser una especie que se alimenta de restos vegetales y animales presentes en el agua, reduce la descomposición orgánica y mantiene una buena calidad ambiental en los cauces donde habita”.
A su vez, Aegla concepcionensis, constituye una fuente de alimento para otras especies de la cadena trófica, como anfibios, aves y peces, algunas de las cuales (como salmones y truchas) son utilizadas por los seres humanos para fines de recreación y alimentación.
Para el investigador del CREA, “la pérdida de biodiversidad puede ser, además, una amenaza para nuestra salud, debido a que se asocia al control de distribución de especies. En este sentido, la biodiversidad facilita el control natural de patógenos, y su pérdida aumenta el riesgo de aparición de pandemias. Por esta razón es tan importante tener conocimiento sobre las especies para proteger los patrimonios ambientales locales, tal como es este ícono de la biodiversidad de Concepción”.
Principales conclusiones
De acuerdo al investigador Sam Catchpole, el estudio evidencia un frágil equilibro entre la abundancia de esta especie, las condiciones fisicoquímicas del agua y las características ambientales de su entorno terrestre más inmediato. Por lo tanto, “las perturbaciones ambientales de mayor intensidad, como una deforestación severa, un incendio forestal o una sequía, pueden desencadenar un escenario de desequilibro que afecta las condiciones de los cursos de agua y genera consecuencias negativas sobre las poblaciones del cangrejo tigre y la comunidad de macroinvertebrados que conviven con esta especie en los pequeños cursos de agua que forman parte de las cuencas hidrográficas de los ríos Andalién y Nonguén”.
Además, esta importante investigación describió por primera vez la variabilidad de varios aspectos reproductivos relevantes para esta especie. Por ejemplo, la población de cangrejo tigre estudiada alcanzó la madurez sexual a una talla corporal menor, mientras que, respecto al periodo de incubación, el cual abarca desde agosto a diciembre, fue uno de los más cortos determinados para el género Aegla. Estos factores permiten el aumento de reclutas juveniles en verano (diciembre-enero), lo que además guarda relación con el periodo de mayor productividad primaria del entorno.
Por otro lado, según explicó el investigador Erwin Barría, “nuestro estudio propone el uso de la pesca eléctrica como un método de captura y devolución que maximiza la representatividad de la captura y minimiza los daños en los ejemplares y el hábitat, principalmente en el lecho de los esteros. Sin embargo, se debe tener en cuenta que el rango de salida del impulso eléctrico debe ser leve (menor a 150 watts de potencia) para evitar daños en los ejemplares capturados”.