A 20 años del Proyecto Bolonia – UCSC
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A 20 años del Proyecto Bolonia

Por Andrés Medina Aravena, académico Facultad de Comunicación, Historia y Cs. Sociales UCSC
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Interesantes noticias nos llegan desde Europa donde los sucesos ocurren generalmente años antes que se materialicen en la periferia, dejando normalmente secuelas en muchas de las dimensiones de nuestra vida cotidiana.

París fue el escenario donde, en mayo del presente año, se reunieron, concretamente en la Universidad de la Sorbonne, los ministros de educación del Espacio Europeo de Enseñanza y Cultura para conmemorar los veinte años de la primera reunión en que los responsables de la educación de Francia, Inglaterra, Alemania e Italia impulsaron el nacimiento del Proyecto Bolonia.

Al año siguiente, 1999, se puso en marcha, con multimillonarios recursos, esta ambiciosa idea que pretendía reformar la educación superior europea para mejorar la movilidad y transferencia de personas y curriculum, todo lo cual apuntaba finalmente a mejorar la calidad en la tarea estratégica de formar personas y profesionales. La puesta en escena del proyecto en cuestión generó un gigantesco y frondoso árbol burocrático con raíces políticas que indirectamente tomó el control de un número significativo de universidades, al parecer sin oposición de los académicos o al menos de una parte importantes de estos, a los que pareció no disgustar que la burocracia estatal controlara el timón de la institucionalidad universitaria.

Buscando repetir en América esta experiencia multilateral europea se puso en marcha, el año 2004, el Proyecto TUNING Latinoamérica que buscaba, a través del cumplimiento de las denominadas competencias genéricas y específicas, cambiar el eje tradicional y elevar de manera homogénea y equitativa los niveles formativos de la juventud americana.

En el particular caso chileno, el proyecto TUNING se enlazó con el MECESUP II, iniciativa que, desde 1998, buscaba mejorar los indicadores de rendimiento de la educación superior chilena, conectándose además con el Proyecto Bolonia en la misión innovadora que mejoraría institucionalmente el vital sector educativo.
La experiencia europea, tal como reiteradamente la historia nos revela, buscó ser emulada en nuestra realidad, de tal manera que hemos sido testigos en el siglo XXI de un enorme esfuerzo del Estado por mejorar los niveles de calidad en el sistema educativo, destinando enormes recursos humanos y financieros.

La declaración de la Sorbonne del mes pasado, junto con expresar palabras de buena crianza y auto complacencia por el aniversario del proyecto Bolonia, contiene; sin embargo, una letra chica que resulta preocupante y que esperamos signifique una inflexión relevante que modifique el fuerte sentido tecnócrata que caracterizó el desarrollo del proyecto.

Llama la atención en la declaración la reiterada apelación a la libertad académica y la autonomía de las universidades principios que en la realidad fueron fuertemente dañados al tratar de uniformar sistemas de educación superior asentados en tradiciones, costumbres culturales y realidades sociales diferentes. Proliferan en el texto verbos como: “deberemos, promoveremos, comprometemos, y desarrollaremos”, que representan el desarrollo de acciones, lo que ya debería estar superado luego de 20 años de la experiencia y que se incorporan en una redacción que oculta el resultado negativo que significó una aplicación desigual del proyecto que provocó diferencias significativas y negativas en sus resultados.

Si depuramos esta declaración de la redacción neutra e intencionadamente autocomplaciente, se aprecia la buena intención de cambiar la dirección de lo hecho al subrayar que la universidad no puede ser objeto de experimentos sino que protagonista en la tarea de mejorar el futuro de la sociedad, lo que se expresa en el respeto a la libertad académica y la autonomía institucional.

Con la misma buena intención esperamos que, más temprano que tarde, esta reflexión europea arribe a nuestro país, lo que permitirá cumplir con los objetivos prioritarios e irrenunciables de la institución universitaria: crear conocimiento y contribuir a formar mejores personas y profesionales para nuestra sociedad.