A propósito de tuberculosis – UCSC
Postgrados Formación Continua Investigación e innovación Vinculación Contacto
Blog Salud Blogs Academia

A propósito de tuberculosis

Por Marcelo Bustamante Carrasco
Imagen de portada

Hace unos días escuchaba una propaganda en una radio nacional donde se advertía a la población chilena que la tuberculosis pulmonar (enfermedad crónica provocada principalmente en Chile por Mycobacterium tuberculosis o bovis, llamado comúnmente “Bacilo de Koch”) aún existe y que las personas que presenten tos persistente durante más de dos semanas, bajas importantes de peso y sudoraciones nocturnas deben concurrir al consultorio más cercano para que les realicen una “baciloscopía”, extendido de desgarro que, teñido de una forma especial, permite detectar microscópicamente al Bacilo de Koch.

Si bien es cierto es muy importante advertir a la población sobre este flagelo, ya que es una enfermedad que lamentablemente mata a las personas infectadas cuando no son tratadas, y que además tiene un alto índice de transmisibilidad, lo que significa que una persona con tuberculosis podría infectar a todo su núcleo familiar o incluso a todo un bus si viaja en transporte público y, más aún, la transmisibilidad puede verse aumentada en condiciones de inmunodepresión (SIDA), hacinamiento, pobreza y mala nutrición (éstas últimas tres han imperado después del terremoto del año pasado), es necesario hacer algunas precisiones sobre la técnica, anteriormente descrita, que se utiliza para detectar esta bacteria.

La técnica es arcaica, tal es así que tiene una sensibilidad de alrededor del 20% cuando es realizada por personal entrenado, significando esto que se detecta un paciente positivo entre 80 infectados aproximadamente, lo que no la hace la técnica de elección para detectar esta peligrosa infección en la población chilena. Existe otra para detectar la bacteria y es el llamado “Cultivo de Koch”, el que sí tiene una mejor sensibilidad (40-70%), lo que permitiría detectar un mayor número de personas infectadas. Sin embargo, esta bacteria es de crecimiento lento, es decir, el cultivo se demora entre dos y tres meses en caso de estar positivo. Existen también medios comerciales de cultivo rápido, pero que son de alto costo y no se demoran menos de 15 días.

Desde hace ya varios años la biología molecular ha dado una eficiente respuesta a los problemas descritos a través de lo que se denomina diagnóstico molecular, en otras palabras, la detección molecular del ADN (material genético) de la bacteria, que se puede realizar en el lapso de dos horas como máximo en condiciones de urgencia. Y no sólo eso. Las técnicas de baciloscopía y cultivo es posible utilizarlas en personas que sufren tuberculosis pulmonar, pero la tuberculosis puede localizarse en otros órganos distintos de los pulmones, como los riñones, los intestinos, la piel, el cerebro, entre las formas más frecuentes, y en estos casos la baciloscopía y el cultivo demuestran una sensibilidad muy baja.

Las técnicas moleculares no presentan esas barreras, ya que se necesitan ínfimas cantidades del ADN de la bacteria para detectarla y no importando el tipo de tejido donde ésta se encuentre. Estas técnicas son de elección en países desarrollados y están disponibles para su uso en Chile y particularmente en Concepción, en el Laboratorio de Diagnóstico Molecular de la Facultad de Medicina –Campus San Andrés- de la Universidad Católica de la Santísima Concepción.

Ahora, la pregunta es ¿por qué no se utilizan estas técnicas moleculares y se siguen utilizando métodos arcaicos? Respuesta: Costo. Una baciloscopía con cultivo le cuesta al Estado alrededor de $2000, sin embargo, la detección molecular cuesta alrededor de $20.000, es decir 10 veces más por paciente, lo que, frente a un análisis sólo de números, concluiríamos que las técnicas moleculares significan una gran inversión para detectar tuberculosis en la población.

Pero hagamos el análisis desde el punto de vista costo/beneficio. Tal como mencioné antes, existe una diferencia de costo innegable, pero mientras la baciloscopía detecta a uno de ocho infectados, las técnicas moleculares detectan 97 de 100; esto significa que la persona infectada, una vez detectada precozmente, puede ser sometida rápidamente a tratamiento, evitando así la infección de su familia, sus compañeros de trabajo o de las personas que viajan en el bus con ella. Esto conlleva al ahorro en licencias médicas y tratamientos (por ley, pagados por el Estado), ya que si hay menos personas infectadas menos son los tratamientos que hay que implementar. Sobre esto quizás deba agregar que, debido a que la bacteria es de crecimiento lento, los esquemas de tratamiento también son largos (seis meses o más), diarios y se requieren combinaciones de drogas, algunas de ellas bastante caras debido a que han empezado a aparecer formas multirresistentes de la bacteria.

De acuerdo a estos antecedentes pregunto de nuevo: ¿mirado bajo el prisma del costo/beneficio, es rentable implementar estas técnicas moleculares para detectar más eficientemente las personas infectadas con el bacilo de Koch? La respuesta debería ser obvia, pero parece ser que no lo es tanto, pues se siguen difundiendo propagandas como las descritas al inicio y la población permanece en la ignorancia sobre la posibilidad de mejores alternativas de diagnóstico.

MbustamanteProf. Dr. Marcelo Bustamante, Ph. D.
Director Laboratorio de Diagnóstico Molecular
Universidad Católica de la Santísima Concepción

M.B.