La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta al cerebro y que tiene carácter progresivo, alterando diversas funciones como la memoria y el pensamiento, además de asociarse a cambios conductuales y deterioro de las habilidades sociales.
Actualmente se conocen algunos factores relacionados con el desarrollo de la enfermedad. Entre ellos se encuentran factores genéticos, ambientales y de estilo de vida. Desde el punto de vista fisiopatológico, una de las características distintivas de la Enfermedad de Alzheimer es la acumulación en el cerebro de placas de proteína beta-amiloide y ovillos neurofibrilares que interfieren con el funcionamiento de las células nerviosas. También se ha relacionado con esta enfermedad la exposición a toxinas, traumatismos, entre otros. Aun así, todavía existen aspectos por conocer respecto de la causa de esta enfermedad.
El Alzheimer es una enfermedad multifactorial, que puede afectar a personas de diversas características, pero hay algunos factores de riesgo conocidos que pueden hacer más probable su desarrollo. De ellos, la edad avanzada es el más importante, presentándose en la mayoría de los casos sobre los 65 años y el riesgo de padecerla aumenta con la edad. También hay que considerar el factor genético o hereditario. Se sabe que hay un cierto aumento de la probabilidad de sufrir la enfermedad cuando un familiar de primer grado la ha padecido.
Los primeros síntomas pueden ser sutiles y difíciles de diferenciar de fenómenos normales del envejecimiento, pero en general, algunos frecuentes son la dificultad para recordar eventos recientes y otras alteraciones de memoria. En otros casos, se observa la dificultad para encontrar las palabras adecuadas en una conversación, dificultades para planificar sus actividades cotidianas, o para manejar sus finanzas, seguir instrucciones, entre otras. También es frecuente la desorientación en tiempo y espacio.
No es posible prevenir completamente la enfermedad, pero en general, se recomiendan hábitos de vida saludable que incluyan una dieta equilibrada, actividad física, actividades que estimulen la mantención de funciones cognitivas, como el aprendizaje de nuevas habilidades y la mantención de una vida social activa.
Por otra parte, mantener controlados los factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión y la diabetes, el tabaquismo, así como la moderación en el consumo de bebidas alcohólicas son recomendables para mantener un cerebro saludable
El tratamiento debe ser indicado por un especialista y debe incluir un plan de tratamiento individualizado, de modo que el equipo tratante pueda valorar los beneficios y riesgos asociados.
En ocasión de la reciente conmemoración del Día Mundial del Alzheimer, recordemos la importancia de proteger y apoyar a las personas que enfrentan esta enfermedad. La vulnerabilidad que acompaña al Alzheimer nos hace aún más responsables de brindar un entorno comprensivo y cálido, evitando situaciones de discriminación y violencia a quienes lo padecen.