Escuchamos frecuentemente la palabra “autocuidado”, en conversaciones formales e informales, lugares de trabajos, incorporando frases como por ejemplo: “cuídese”, “protéjase de los rayos solares”, “utilice el autocuidado”, “conduzca con cuidado…” Sin embargo, ¿sabemos realmente qué es el autocuidado?
El autocuidado se define como acciones que asumen las personas en beneficio de su propia salud, sin supervisión médica formal. Se les denomina como “prácticas que realizan personas y familias a través de las cuales se promueven conductas positivas de salud para prevenir enfermedades”. Es una responsabilidad que debe asumir cada persona, ya que son acciones intencionadas, una conducta que aparece en circunstancias concretas de la vida, especialmente en la edad adulta y que el individuo dirige hacia sí mismo. Tiene presente al entorno para regular componentes que afecten a su propio desarrollo en beneficio de la vida, salud y bienestar.
Importante enfatizar que la acción de autocuidado debe ser razonada e intencionada para ser realizada y asimilada. De esta manera, estas actividades de autocuidado se transforman en hábitos y así contribuirán a la salud y el bienestar, ya que éstas son reguladas por la voluntad, son actos deliberados.
Como el autocuidado es una práctica donde interviene un cambio en la conducta de la persona, es un proceso difícil, complejo y paulatino, y en el cual el personal de salud debe comunicarse en forma abierta, empatizar con el usuario, trabajar la tolerancia y a su vez aceptar la diversidad, tener en cuenta la transculturalidad, lo que se traduce en un proceso promotor de adquisición de aprendizaje de conductas sanas.
Por lo anteriormente mencionado sería necesario incluir a los Programas de Salud, un Programa de Autocuidado. Y para que este sea efectivo, se requiere que su objetivo sea el de promover estrategias educativas, que son la base fundamental de los cambios de conducta en el individuo. A este se debería integrar a todo usuario del Sistema de Salud en Chile, lo que permitiría tener una población más sana desde una mirada biopsicosocial.
El autocuidado se enfoca en la modificación de la conducta, de prácticas no saludables en saludables, permite aumentar el conocimiento, adquirir habilidades y, sobre todo, permitir cambios, por lo que debe ir un valor agregado que es la motivación de querer realizar el autocuidado. No olvidar que un factor importante de tener en cuenta es mejorar el entorno y tampoco no perder de vista las características de cada persona. La educación es el pilar fundamental para que exista el cambio de conducta. Cuidar la salud, alimentarse bien, hacer deporte, tener un espacio personal o disfrutar de la vida y de actividades de ocio, verbalizar los momentos felices, transmitir emociones positivas son actividades que van a contribuir a el autocuidado.