¿Celebramos la innovación? – UCSC
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¿Celebramos la innovación?

Por Jorge Espinoza Benavides, DIrector de Innovación UCSC

Innovación es una palabra que es dulce al paladar; pero provoca mucho malestar estomacal a quienes deciden pasar del discurso (siempre necesario, pero insuficiente), a la acción, es decir, “hacer carne el proceso de innovación”. Hay muchas experiencias que se pueden comentar sobre líderes innovadores y grandes organizaciones alrededor del mundo; pero en estas fechas en que se conmemora la creatividad y la innovación; esta breve reflexión será muy cercana al rol que cumplo dentro de la UCSC.

En mi tiempo como Director de Innovación, he podido observar a académicos y académicas realmente comprometidos/as con que su trabajo de I+D logre impactos reales en el entorno; y no concluya solamente en manuscritos académicos (papers). La UCSC, en ese sentido, ha dado respuesta a este colectivo de académicos/as (estimo, cercano al 10% del total del profesorado universitario) creando de forma pionera en Chile; una carrera académica en la que se puede avanzar con productos de innovación (por ejemplo: patentes, derechos de autor, licenciamiento, empresas de base científico tecnológicas), además de papers.

Esta apuesta de la UCSC, también responde a las políticas públicas y programas para promover la I+D+i que, en los últimos años, ha desarrollado la institucionalidad del Estado de Chile (Ejemplo: MinCiencia, ANID, CORFO, etc.). Este grupo de académicos/as comprometidos; marco institucional universitario y políticas públicas coherentes, es algo que debemos celebrar.

Sin embargo, la innovación en el contexto universitario, como proceso, también se “sufre” (y mucho); pues ontológicamente sabemos que es un fenómeno que lleva mucha incertidumbre (tecnológica y de mercado); debido a que en la media que una tecnología se desarrolla (“del laboratorio al mercado”); el cuestionamiento es permanente sobre si esta resolverá realmente el problema (lo que la haría valiosa); y si también podrá ser introducida al mercado/sociedad de forma viable (que logre utilidad económica y/o social).

La naturaleza del proceso, sumado al hecho que la mayoría de los/las investigadores universitarios/as con doctorado han sido entrenados/as para realizar investigaciones que resulten en artículos científicos (no en innovaciones); demanda de capacidades internas de la universidad que faciliten este proceso y compensen la falta de formación de los/las investigadores/as; no sólo para lograr el patentamiento de una tecnología, sino que para acompañar el proceso hasta que la tecnología se introduce al mercado/sociedad (transferencia tecnológica). Estas capacidades son las que se gestionan desde las direcciones de innovación universitarias y tenemos el deber de ser entidades expertas en llevar las tecnologías “del laboratorio al mercado”, para que concretamente se constituyan en innovaciones.

A modo de conclusión, en este periodo como Director de Innovación en la UCSC he comprobado que el proceso de innovación dentro del ambiente universitario más que celebrase “se sufre”; lo que sin duda demanda de capacidades internas sofisticadas, de gestión de innovación, para llevar con la mayor probabilidad de éxito las tecnologías del laboratorio al mercado y más aún si nos llegamos a proponer el desafío de innovar “desde el mercado al laboratorio” (tema para otra columna de opinión).