La UNESCO reconoció la trascendencia que las comidas y bebidas representan para la sociedad, valorando su aporte a las culturas alimentarias y declarándolas parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. A modo global, la cocina francesa, japonesa y mexicana, además de la dieta mediterránea, entre otras, presentan una significación de valores socioculturales que han trascendido a sus países de origen.
En Chile, el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, rememora a las cocinas patrimoniales como aquellas que se han transmitido de manera transgeneracional, a lo menos tres generaciones y que permiten dar identidad a una localidad, región o a las familias, por los alimentos utilizados, la manera en que se preparan los platos culinarios o como estos últimos son consumidos.
Un punto en común que presentan las comidas tradicionales son los ingredientes que la componen, que, de manera general, se basan en alimentos naturales. El Núcleo Científico Tecnológico para el Desarrollo Costero Sustentable de la UCSC, a través de su Programa de Educación, Cultura e Identidad local, ha profundizado en la importancia de las comidas patrimoniales, pero no solo por su valor cultural, sino también desde una mirada dietético-nutricional.
Por otra parte, es necesario reconocer no solo las comidas patrimoniales; algunos alimentos como las papas, el piñón o pehuen o el cochayuyo eran utilizados y consumidos por nuestros pueblos originarios. De estos últimos alimentos, el cochayuyo presenta una importancia patrimonial relevante, ya que existen crónicas en que se evidencia su consumo en épocas precoloniales, además de uso como trueque entre distintas comunidades en esta misma época; fue incluida en la dieta de los colonos españoles y también de nuestra población en la época republicana. Si bien se encuentra en nuestras costas y su acceso o adquisición no exhibe una mayor dificultad, su consumo sigue siendo limitado, a pesar de ser un alimento de gran importancia nutricional, por su notable aporte de fibra y en especial de compuestos bioactivos, antioxidantes, los que están recomendados entre otras funciones, para la neuroprotección y la promoción de un envejecimiento más saludable. Una preparación culinaria en que convergen comidas y alimentos patrimoniales, por ejemplo, es el charquicán de cochayuyo, una comida que se basa en el uso de alimentos naturales como el zapallo, acelgas, choclos, papas y cochayuyo, entre otros. Es una preparación culinaria tradicional, saludable por sus ingredientes y rememora el uso de alimentos patrimoniales, como la papa y el cochayuyo.
Nuestro aislamiento social puede ser una oportunidad de volver a las cocinas patrimoniales, que nos valida como sociedad y cultura, pero que permite a la vez, alimentarse de manera más saludable, lo que repercute de manera positiva en la salud de la población.