Recientemente, muchos países, incluido Chile, han autorizado el inicio de estudios clínicos en fase 3 de vacunas para combatir el COVID-19, con el objetivo de revisar la calidad, efectividad y eficacia (inocuidad) de las más prometedoras vacunas en el mercado.
Los resultados de la última encuesta realizada por el Foro Económico Mundial-Ipsos, durante octubre 8-13, a más de 18 mil adultos de 15 países, reflejan una reducción de confianza de 4 puntos por parte de la población en la vacuna del COVID-19. El 73% de los adultos encuestados declararon que se vacunarían contra el COVID, si la vacuna estuviese disponible, número que hace tres meses atrás ascendía a 77%. Estas cifras podrían seguir una tendencia bajista en los próximos meses y traspasar el umbral del 70% que los expertos consideran necesario para alcanzar la “inmunidad poblacional”.
El reporte también entrega las cifras, a nivel de países, desglosadas en función del tiempo de aceptación de la vacuna una vez ya esté disponible. Después de un año de la disponibilidad de la vacuna, la tasa de aceptación más bajas es la francesa, que se sitúa en torno al 54%, seguida de la española que es del 60%. La tasa estadounidense asciende al 63%.
A nivel global, aquellos ciudadanos sin intenciones de vacunarse declaran su escepticismo en el proceso de vacunación contra el COVID-19 por diversos motivos. Están los preocupados por los efectos secundarios asociados (34%), reflejándose las cifras más altas en Japón (62%) y China (46%). Están los que dudan en torno a la seguridad de las mismas debido al rápido avance de las etapas clínicas (33%), siendo especialmente predominante en Brasil y España dónde ambas tasas alcanzan el 48%. Están los anti-vacunas (10%), especialmente localizados en África del Sur (21%) e India (19%). Están los que dudan de su eficacia (10%) y finalmente los que consideran que el riesgo de contraer COVID-19 es muy bajo (8%), prevalentemente en China (20%) y Australia (19%).
En los próximos meses, el Foro Económico Mundial se aliará con sus miembros para proporcionar apoyo al sector privado con el objetivo de recobrar la confianza pública en la seguridad y efectividad de las vacunas. Mantener dicho grado de confianza pública es esencial, ya que si la población las rechaza, las vacunas serían de poca utilidad, produciendo un retraso en los tiempos de inmunidad poblacional.