La convivencia social actual refleja una preocupante tendencia hacia un ambiente de violencia física, verbal y no verbal, tanto en la vida real como en las redes sociales.
El derecho a expresión es propio a toda persona, pero debe ser ejercido de forma respetuosa, ponderada y pacífica. Muchas veces vemos tergiversaciones practicadas por parte de una minoría ruidosa o violenta que busca imponer su propia visión y beneficios, menospreciando a quien opina diferente. Mientras tanto la mayoría silenciosa abandona el espacio público, donde podría debatir seria, libre y responsablemente para generar opinión y enriquecer nuestra cultura.
Es especialmente preocupante que estas dinámicas se den cada vez con mayor frecuencia en el mundo universitario. Son grupos pequeños que no están dispuestos a escuchar ni a dialogar, vulnerando contradictoriamente el derecho de amplias mayorías a hacer uso de sus espacios de trabajo o estudio.
La Universidad es en esencia un espacio para la reflexión, el diálogo y debate constructivo. Por lo mismo debe ser un espacio de convivencia, respeto y escucha. En nuestra Universidad Católica, esto tiene incluso un sentido trascendente, pues promovemos el diálogo entre la fe y la razón, poniendo en el centro de ello la dignidad de la persona humana.
Dado que las causas de la violencia son multifactoriales, es necesario abordarla desde las políticas públicas, con foco en los altos niveles de desigualdad que generan conflictos sociales. Asimismo, debemos recuperar los espacios públicos y generar comunidad, cuidar los legítimos espacios de diálogo y debate de nuestras democracias, y proteger nuestros ambientes universitarios, que son los centros de formación de un país que busca un desarrollo sustentable, dialogante y principalmente, humano.