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Desocupación femenina: la importancia del emprendimiento

Por Dr. Orlando Llanos Contreras, Decano de FACEA UCSC

La tasa de desocupación femenina en nuestra región alcanzó el 10,5 %, aumentando en 1,2 puntos porcentuales en los últimos 12 meses. Esta cifra nos invita a reflexionar sobre la importancia del emprendimiento femenino, no solo como una herramienta para abordar los desafíos laborales que enfrentan las mujeres, sino también por su rol fundamental en la dinámica económica y social de los territorios. Impulsar el emprendimiento femenino no es solo una cuestión de equidad, sino también una estrategia de crecimiento inclusivo que beneficia a toda la comunidad.

Estimaciones recientes en países de la OCDE sugieren que, cerrar las brechas que actualmente enfrentan las mujeres emprendedoras, podría aumentar el PIB entre un 6 % y un 12 %. En el caso específico de Chile, el último informe del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) indica que la principal motivación de las mujeres para emprender es la escasez de empleo (74 %). Esto reafirma la importancia del emprendimiento femenino, tanto para la generación de empleo como para el crecimiento económico. Actualmente, casi el 50% de los emprendedores en Chile son mujeres. Sin embargo, es fundamental identificar las brechas dentro del ecosistema que limitan su desarrollo y crecimiento.

Si bien las políticas públicas han avanzado en términos de financiamiento y capacitación, las emprendedoras aún enfrentan barreras de acceso al sistema financiero. Del mismo modo, las políticas de apoyo al cuidado infantil han sido un paso adelante, pero las dinámicas familiares siguen siendo un factor determinante que puede impulsar o frenar el emprendimiento femenino. El respaldo financiero y emocional de la familia, la cohesión en torno a un objetivo común, la comunicación efectiva, el capital psicológico y el apoyo intergeneracional han demostrado ser incluso más críticos que las condiciones del mercado o del entorno externo.

Lo anterior sugiere la necesidad de ir más allá del análisis individual de la emprendedora y su negocio, para enfocarnos en cómo fortalecer su entorno. Para ello, es fundamental un enfoque colaborativo que involucre a los sectores público, privado y académico.

Desde la política pública, es necesario continuar impulsando iniciativas que mejoren el acceso al financiamiento y promuevan la conciliación entre la vida laboral y familiar. Por su parte, el sector privado tiene un rol clave en la generación de oportunidades de negocio y financiamiento para las emprendedoras. Y las universidades, en tanto, pueden contribuir a través de la formación y el desarrollo de competencias empresariales, generando redes de apoyo y mentoría, y produciendo investigación que permita diseñar políticas más efectivas.

Promover una cultura emprendedora más inclusiva y sostenible requiere del esfuerzo conjunto de todos los actores del ecosistema. Solo a través de un trabajo colaborativo entre el mundo público, privado y académico podremos reducir las brechas existentes, fortalecer la autonomía económica de las mujeres y potenciar el enorme impacto económico y social del emprendimiento femenino en el desarrollo de nuestros territorios.