Educación escolarizada y educación en el hogar - UCSC
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Educación escolarizada y educación en el hogar

Por Aladino Araneda Valdés, académico de la Facultad de Educación UCSC
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La educación en el hogar es un fenómeno que ha ido creciendo en el último tiempo en países como Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido, Irlanda, Austria, Hungría, Finlandia, Francia, Dinamarca y Bélgica. En el Reino Unido, en 1996 se promulgó la Education Act, que permite la educación en casa a cargo de los padres. En EEUU, como consecuencia del caso Wisconsin vs. Yoder, se llegó en 1972 a establecer un cambio legislativo y se autoriza en todos los estados. En otros países (como España), está prohibida. En Chile el número de familias que optan por esta forma de educación va en aumento, aún cuando no existe legislación que la regule, no obstante, niños y jóvenes deben rendir exámenes conforme a determinadas materias preestablecidas para el efecto (estudiantes libres).
Como es sabido, la educación en casa es la forma más antigua empleada por los padres para instruir a sus hijos. Desde siempre, los padres se han preocupado de educar a sus hijos, de enseñar los valores esenciales de la vida, de formar determinados hábitos operativos y de socializarles conforme a los requerimientos del o los grupos de pertenencia.

Por su parte, la escuela que conocemos hoy, que forma parte del sistema escolarizado de educación, surgido como consecuencia de las necesidades que tenían los estados en el siglo XVIII (Despotismo Ilustrado) de proveer mano de obra calificada para enfrentar las necesidades que requería la revolución industrial y disponer de empleados para el sistema comercial mundial, parece no responder a las expectativas y necesidades de todos los educandos y de sus respectivas familias. La “escuela” fue puesta al servicio del trabajo calificado, el crecimiento económico y los requerimientos sociales asociados y se ha ido alejando del desarrollo integral de las personas y de sus diferentes dimensiones del vivir: la escuela se ha ido deshumanizando progresivamente. Ante este panorama, muchos niños y jóvenes no están dispuestos para que sus vidas se adapten a la escuela y prefieren renuncian a ella antes de ser anulados por los índices de eficiencia interna y externa que dominan a la organización escolar.

En pleno soglo XXI, el homeschooling emerge como una reacción legitima de las familias a la incapacidad del sistema escolar para acoger a todas las personas (principio de inclusión). La escuela sigue organizada en torno a disciplinas del saber (ciencias) como si el problema educativo sea -aún- el conocimiento científico; continua enfocada en una permanente selección de estudiantes aventajados intelectualmente para la educación superior; hace competir a niños y jóvenes para alcanzar el éxito académico (notas), sin que importen otros aspectos de sus vidas (sentimientos, valores, estado de salud mental, etc.); se les prepara para que contribuyan con sus vidas a la sobrevivencia social de las escuelas (puntajes SIMCE y PSU).

Si un niño o joven quiere ser feliz y tener una vida sana, no encontrará en la escuela de hoy contenidos y objetivos que le permitan alcanzar tan “modesta finalidad” humana, pues el recorrido escolar esta organizado para que alcancen contenidos con escasa o ninguna vinculación con sus vidas y desafíos personales. Aun cuando la escuela tradicional no vaya a desaparecer, parece que ha llegado la hora que nos replanteemos sus objetivos y contenidos.