El panorama económico mundial está experimentando una transformación significativa. La imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, ha desencadenado una serie de medidas proteccionistas a nivel global. Estas acciones marcan el posible fin de una era dominada por la liberalización de mercados y la globalización, dando paso a un período caracterizado por el proteccionismo y el nacionalismo económico.
En concreto, el presidente Trump anunció aranceles generalizados, con base del 10%, a todas las importaciones, donde la tasa final, para cada caso, dependerá de las estimaciones sobre las barreras arancelarias y manipulaciones del tipo de cambio que cada país estaría utilizando. Así, establece un impuesto del 34% a las importaciones chinas y del 20% a las de la Unión Europea, lo que ha generado incertidumbre y respuestas contundentes.
Economistas advierten que estas políticas podrían conducir a una desaceleración económica mundial, con riesgos de recesión en varias economías, incluyendo europeas y asiáticas. La U.E. y China han expresado su desaprobación y están considerando medidas de represalia. Así, pareciera, nos encontramos a las puertas de una crisis en el sistema de comercio multilateral.
Chile, una economía abierta, no es ajeno a estas tensiones. Nuestra región del Biobío, en particular, podría verse afectada debido a su diversificada base exportadora. Sectores clave como la industria forestal, pesquera y agrícola podrían enfrentar barreras arancelarias y una disminución en la demanda de parte de mercados internacionales.
La incertidumbre en los mercados podría traducirse en volatilidad en los precios de commodities y en fluctuaciones en los tipos de cambio, impactando la competitividad de las exportaciones regionales. Además, la posible ralentización del crecimiento económico en socios comerciales estratégicos podría reducir las oportunidades de negocio para las empresas locales.
Ante este escenario, es crucial que las autoridades y el sector privado en el Biobío implementen estrategias de diversificación de mercados y productos. Fortalecer las relaciones comerciales con economías menos afectadas y explorar nuevos nichos de mercado, podrían mitigar los impactos negativos. Asimismo, invertir en innovación y valor agregado permitiría mejorar la competitividad en un entorno global cada vez más complejo.
La historia económica demuestra que el proteccionismo puede ofrecer beneficios a corto plazo para algunas economías, pero a menudo conduce a ineficiencias y tensiones a largo plazo. La región del Biobío debe prepararse para navegar en esta nueva realidad, aprovechando sus fortalezas y buscando oportunidades en medio de los desafíos que presenta el resurgimiento de lo que pareciera ser, un nuevo tiempo de nacionalismo económico.