Ética del Corazón - UCSC
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Ética del Corazón

Por Nicolás Saá Muñoz, académico Facultad de Medicina UCSC

¿Qué media entre la inspiración y la espiración en el ciclo respiratorio? ¿Qué yace entre el pensar y el hacer en una persona? Fenoménicamente, es la pausa: ese intervalo silente, casi sagrado, que hace posible la respiración al permitir distinguir entre la contracción y la relajación del diafragma y los músculos torácicos. ¿Y entre el pensar y el hacer?: Pues mora el corazón. ¿Y que es el corazón?: es lo que realmente somos, donde no somos ni nuestra personalidad, ni materialidad, ni nuestros pensamientos, ni nuestras emociones.

Es ese fondo del que nos habla Meister Eckhart donde se domicilia la scintilla rationis, la chispa divina, el destello del alma. Se asemeja al Ávalon del rey Arturo, ese lugar al que podemos retirarnos cada vez que necesitamos para sanar nuestras heridas, lugar sin lugar que se encuentra “entre el reino del vacío y el reino de la fenomenología, el reino del sueño y la visión”. Es ese hiato que nos señala San Lucas 17:21 en su Evangelio: «El Reino está dentro de vosotros» y que lo amplia en sus características entre el 20 y el 25: “El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros”.

El patrono de mi Facultad de Medicina, San Lucas, creo que se refiere a lo cotidiano, lo diario, lo común, lo corriente, lo que se encuentra “alrededor de nosotros como el silencio alrededor de lo primigenio”. Pero ¿por qué una ética del corazón? Lo que propongo es una ética como concreción que vaya más allá del estudio de principios y normas, es decir, una praxis, “proceso por el que una teoría, lección o habilidad se realiza”. Como decía el maestro de un maestro: “se debe bajar lo que se piensa al corazón a través del hacer”. Es el camino más corto para la plenitud de la persona. Por lo que la mente, el corazón y el actuar deben ser coherentes, optar por una polaridad en el individuo.

¿Y cómo lograr esa congruencia? Han existido muchos métodos, personajes, corrientes y formas para tratar de lograrla. Parzival, poema épico medieval que relata la vida de este caballero de la mesa redonda del rey Arturo y su búsqueda del Santo Grial (que no es otra que el corazón) señala que “uno tiene que buscar su propia naturaleza, su propia inspiración; seguir a otro sólo lleva a la ruina”. Desafiantes palabras para iniciar la aventura.

¿Y qué características deben cumplir los que se lanzan en esta búsqueda? Éstas son: 1. abandono de la furia de las pasiones 2. impavidez ante el rostro de la muerte 3. indiferencia ante la opinión del mundo 4. compasión. Muy fácil escribirlo y leerlo, pero difícil en llevarlo a su práctica. Por lo que esta praxis del corazón es sólo para aquellas(os) aventureras(os) que se lanzan (o esperan) a ese fondo abismático, miran hacia adentro donde reside la fuente del bien según Marco Aurelio, presta a brotar, si se ahonda siempre. Quiérase o no, allí nos aguarda Dios.