Humildad: “Médico y Escarabajo” - UCSC
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Humildad: “Médico y Escarabajo”

Por Nicolás Saá Muñoz, académico Facultad de Medicina UCSC

Hermann Hesse nos dice de los buenos libros, de esos libros que nos hacemos en una tarde de otoño y que secretamente nos devuelven a nosotros mismos: “Ese saber que tú tanto buscaste/ por bibliotecas, resplandece/ desde todas las páginas/ puesto que es tuyo ahora”.

En su último libro titulado “Médico y Escarabajo” el Dr. Santiago Soto Obrador, gran médico internista y maestro de la Medicina, nos invita a conocer a un pequeño insecto coleóptero que podemos encontrar en el norte de África, sur de Europa y parte de Asia: el escarabajo pelotero (Scarabaeus Sacer). Esta pequeña criatura, divinizado por los antiguos egipcios y la cual es muy fuerte ya que puede tirar hasta 1141 veces su propio peso corporal, tiene la “particularidad de hacer bolitas con el estiércol en las que desova la hembra”, conduciendo estas esferas de desechos hasta nidos subterráneos guiándose en su viaje que muchas veces es largo, a través del brillo de las estrellas en la Vía Láctea.

El Dr. Soto nos indica que la labor del médico es similar a la jornada de trabajo de este pequeño coleóptero. La médica y el médico, cuando entrevista al paciente en el contexto del acto médico, “va buscando todo el desecho (estiércol) que producen la enfermedad, la tristeza, el fracaso, la desilusión, la desesperanza, el tedio, el dolor”. Es un acto de recolección amoroso, que al igual que el escarabajo va rodando presuroso hacia la cumbre de la curación “en medio de la noche oscura de la enfermedad”.

Esta tarea no se desarrolla en cumbres intelectivas de conceptos abstractos o entelequias quiméricas de sistemas metafísicos, sino que su material de trabajo es la persona de carne y hueso, cruce entre materia y espíritu, ese otro sufriente hecho de las mismas partículas y esperanzas que tú, que proviene de la misma simiente material. “Humus”, palabra proveniente del latín que se asocia con la idea de tierra o suelo y que da lugar a la cualidad de “humildad” (humilitas), que para el monje benedictino alemán Anselm Grün “es el valor de reconocer la verdad en la persona, reconocer su condición de tierra, y su condición de criatura”.

El trabajo del escarabajo pelotero es humilde, al igual que debiera ser el del médico, que recolecta cada día los síntomas, signos y dolencias de las personas que le consultan con el fin de llevarlos a su rehabilitación, debiendo éste trascender en un movimiento centrípeto a su pequeño yo, para sumergirse en la profundidad inmanente de sus pacientes, ahondando en el interior de la persona, abriéndose a lo absoluto, redescubierto en lo más cercano y cotidiano.

“Si no atraviesa el corazón y las entrañas, no consigue crecer y echar raíces profundas” (Simone Weil). Por ello el acto médico, más allá de un acto teórico es experiencia pura de servicio humilde a otro que sufre. Siempre humilde como nos recuerda Santa Teresa de Jesús, acicate para la soberbia tecno-cientificista de la Medicina tardo-moderna: “La

humildad es andar en verdad, que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada, y quien esto no entiende, anda en mentira”.

Y siempre iluminada por Dios como nos rememora el Dr. Santiago Soto Obrador en su libro “Médico y Escarabajo”: “Porque el soplo de Dios lo hace compasivo (al médico), lo dirige con paso seguro a ponerse en el lugar del semejante; y es por la nostalgia del cielo la razón por la que actúa con ternura y bondad, cuando asume al otro y mira las galaxias buscando a Dios, porque recuerda la bondad de este sobre él”.