En los tiempos llamados post modernidad, que de paso es el tiempo en el que vivimos, se nos ofrecen nuevos modelos de expresión, los que han pasado de una cultura tradicional a un liberalismo exacerbado, llevando a que nuestra cultura se exprese sin referencia ninguna a Dios, los fundamentos de la familia y ni siquiera el hombre mismo.
Las transformaciones de una sociedad están marcadas, sin duda alguna, por la evolución del hombre en cuanto ser social, el que ha tenido influencias de todo tipo, sin embargo, lo esencial del hombre, la sociedad, la familia y Dios, han permanecido en el tiempo.
No se pueden eliminar de una sociedad sus elementos fundantes y originarios, sólo por que el legislador así lo quiera, a través de la modificación de las constituciones, respondiendo a presupuestos particulares que no contribuyen al bien común, al que debe responder.
Es así que, guiados por presupuestos ideológicos, básicamente por la ideología de género, que tiene como uno de sus fines eliminar cualquier presupuesto de individualidad y personalización, llevando a la sociedad a lo neutro, es decir, sin diferenciación alguna, sobre todo en la diferencia entre masculino y femenino, de esta forma supuestamente se eliminará cualquier tipo de discriminación social.
Un medio a través del que se pretende esto es la “Deconstrucción del Lenguaje”, que Margaret Sanger promovía en sus escritos a principios del siglo XX y que nuestra sociedad en estos últimos años ha aceptado complacientemente. Esto significa cambiar la definición y el sentido propio de las palabras para que signifiquen otra cosa y no lo que representan verdaderamente, sino lo que otros quieren imponer, para que nuestra sociedad cambie en la comprensión de lo esencial, lo que significaría que de esta forma llegaremos a ser un “sociedad plural y desarrollada”.
Y qué relación tiene esto con el título de este artículo. Tiene mucho que ver, ya que este símbolo “@”, que todos muy bien conocen, representa un uso propio en los medios tecnológicos de comunicación, que aparece en los correos electrónicos como clave de identificación de este sistema. Sin embargo, hoy es utilizado frecuentemente para reemplazar la última vocal de las palabras “estimad@s, amig@s”, etcétera, dando cuenta así de una deconstrucción de lenguaje que reemplaza a “estimados o estimadas”, por citar un ejemplo, no reflejando el destino propio de destinatario, es decir, neutralizando como ya señale anteriormente la diferencia entre lo masculino y lo femenino, ya que la ideología predominante ha impuesto o es lo que pretende imponer varios “tipos de género” y no la diferencia entre sexo, hombre o mujer.
Seguramente esta posición será considerada “tradicionalista” o “fuera de época”, sin embargo, es importante poner atención a esto, ya que la propuesta ideológica señalada contradice la enseñanza de la Iglesia y la realidad ontológica de la persona, cuando pretende ocultar la verdad sobre la persona y su destino, generando así una “discriminación”, utilizando sus términos sobre la persona masculina y femenina.
Lo que parece inofensivo o que genera cierta simpatía debe ser visto con mayor atención, ya que produce una pérdida de identidad no sólo a nivel personal, sino que también social, llevando al aniquilamiento de las sociedades, pues éstas pierden sus tradiciones, sus principios, sus valores, entre muchas cosas que podemos señalar aquí, generando un desarraigo de su ser y su existencia.
Por lo tanto, es necesario poner atención al significado y la formas del lenguaje que usamos, porque hoy en día muchas palabras están usadas para deconstruir a la sociedad, y si hacemos uso de ellas colaboramos con el mal que se le hace a nuestra sociedad, por que se interpreta a la persona de muchas maneras y no por lo que su naturaleza nos dice, un hombre creado a imagen y semejanza de Dios; se interpreta a la familia como cualquier tipo de unión, y no como la unión fundada en matrimonio entre un hombre y mujer con características y fines propios, y que además es la base de la sociedad; se interpreta la vida humana como un objeto disponible, y no como la existencia de un nuevo ser humano llamado a la trascendencia desde su origen hasta la muerte natural.
Así podríamos señalar las nuevas formas de interpretación que aparecen “inofensivas” en nuestra sociedad.
Pamela Pedreros Silva
Jefa de Carrera Lic. en Cs. Religiosas y Estudios Eclesiásticos
Coordinadora Post Titulo en Religión y Moral
Universidad Católica de la Santísima Concepción