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Más allá de las elecciones, sanar la política

Por Monseñor Sergio Pérez de Arce
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Aunque la campaña electoral no se cerrará este domingo, pues todo indica que habrá segunda vuelta, es importante que los chilenos nos dispongamos desde ya a la tarea de sanar la política, pues hemos vivido un tiempo en que esta actividad ha mostrado su peor cara.

Es necesario sanar la política de descalificaciones y posiciones extremas. Ha abundado la agresión para referirse al que está en el otro bando. Las redes, con sus mentiras y medias verdades, juegan un papel central en este afán. Atorrantes, parásitos, fachos, ladrones, etc., son algunos de los epítetos con los que se ha descrito al adversario. Se ha tratado con dureza a los inmigrantes: “tomen sus cosas y váyanse”, “primero los chilenos”. Más duramente aún a los delincuentes: “bala o cárcel”, “cárcel o cementerio”, como si ese fuera el modo en que una sociedad debe resolver sus problemas. Nadie desconoce la gravedad de diversas situaciones sociales, pero la política no puede centrarse en exacerbar la rabia ni en tratar a los demás como si no fueran personas humanas.

Es necesario sanar la política de slogans y del marketing. El slogan es una frase corta que capta la atención y apela a la emoción, pero en política simplifica el problema y olvida la complejidad de la realidad. Se promueven, por ejemplo, ideas como cárceles en barcos o en islas. Lo que es peor, la totalidad de la sociedad parece reducirse a uno solo o a pocos temas, como si todos nuestros males dependieran de un solo aspecto. Por supuesto que puede haber urgencias, pero la buena política no deja de atender a la integridad del ser humano y a la integralidad de la realidad, en vistas del bien común.

Es necesario sanar la política de la ineficiencia. El malestar de la población con la política tiene mucho que ver con el deterioro de la democracia y la ineficiencia de organismos públicos para enfrentar problemas sociales importantes. Es malo hacer una caricatura de los diversos servicios del Estado, como si nada funcionara, pero está claro que en muchos ámbitos hay lentitud y poco avance. El sistema político se percibe a menudo como distante, y a los actores políticos se les ve como una élite que vive en una burbuja, ajena a los problemas reales de la gente. Por eso es tan necesario mostrar cercanía, competencia y efectividad, para hacer que la política esté realmente al servicio del bien común.

Es necesario sanar la política de la falta de un proyecto de sociedad. Es verdad que hay muchas situaciones concretas que solucionar, pero no se puede carecer de visiones más amplias e integrales, de un proyecto de país e incluso de un proyecto de humanidad presente y futura, que logre guiar la acción política y generar procesos sociales de fraternidad y justicia para todos. Tenemos que trabajar por el presente, pero también por la humanidad futura, para dejar un mundo mejor a las generaciones que vienen.

Es necesario sanar la política del olvido de los pobres y de los más frágiles. La mayor angustia de un político debiera ser no resolver la exclusión social y económica que afecta a tantos hermanos nuestros, que comparten nuestra misma condición humana.

Ojalá, terminada la campaña, se acabe la pelea chica y agresiva, y nos pongamos a trabajar en lo que realmente importa.