Por: Dr. Anderson Antonio Pedroso, Presidente de ODUCAL
Al final de esta XXI asamblea ODUCAL, reafirmamos el papel transformador de la universidad católica en la vida de los pueblos, como promotora del diálogo intercultural, de opción por los empobrecidos y los más vulnerables, y por la cultura del encuentro.
En momentos como este, somos invitados a renovar nuestro compromiso recordando nuestra identidad y misión. La actividad académica y la vida intelectual nos ayudan a ser personas más habitadas por preguntas que por respuestas listas. Así, pensando en nuestra identidad y misión, me gustaría traer preguntas: ¿quiénes somos?, ¿hacia dónde vamos?, ¿y cómo vamos? Hay dos imágenes importantes que pueden ayudarnos a encontrar algunas respuestas o indicaciones, que con fuerza nos ayuden a caminar juntos: la de la comunidad y la de la orquesta.
1. Comunidad: somos universidades católicas, una gran comunidad al servicio de la evangelización de la sociedad. Si la dimensión exclusivamente institucional ha sido muchas veces fuente de mala comprensión en la sensibilidad contemporánea, la universidad puede presentarse desde su dimensión comunitaria. Sin embargo, nos gusta comprendernos y presentarnos como comunidad académica.
Es una perspectiva importante que legitima nuestro quehacer. Es una manera de comunicarnos con legitimidad y establecer diálogos con la sociedad que queremos evangelizar.
Antes, es necesario hacer una diferencia entre comunidad y club o simple asociación: la universidad no es un club. Un club es una asociación o grupo de personas que se reúnen para compartir intereses, aficiones o actividades comunes. En una expresión, el club es la unión de fuerzas. Pero la comunidad es distinta, porque en su esencia no se trata de la unión de fuerzas. Al contrario, la comunidad es el espacio de renuncia de cada uno de nosotros. Así, cada vez que nos disponemos a servir con la donación de sí mismos, renunciando a nuestros intereses personales, nuestro tiempo, nuestras energías, abrimos espacio para que nazca o se configure una comunidad. Así, la Iglesia es comunidad de comunidades. En ese sentido, las universidades católicas nacen del corazón de la iglesia (Ex corde ecclesiae), puede entenderse como comunidad que busca servir a la sociedad, con su testimonio evangelizador. En un mundo dividido, con opuestos y extremismos, reafirmamos ODUCAL como un lugar para reafirmar la cultura de comunidad.
2. Orquesta: nuestra experiencia de encuentro, también nos hace entender a ODUCAL a partir de su diversidad. Queremos dar continuidad al trabajo realizado por los antiguos presidentes y vicepresidentes. Así, proponemos para ODUCAL una gestión compartida, partiendo de la unidad y en espíritu de servicio.
En ese sentido, podemos pensar en la imagen de la orquesta. Hace algún tempo pienso en el concepto de «autonomías orquestadas». Conservamos nuestras autonomías, como universidades que nacen y se desarrollan en territorios muy específicos, pero actuamos orquestadamente, pues hacemos parte de un mundo global y tecnológico. Sí, podemos pensar en ODUCAL como una gran orquesta. Cada universidad es un conjunto de instrumentos. Tiene su personalidad y su historia. Tiene su talento e importancia. No importa su tamaño o su patrimonio: todas son importantes y únicas. Si no están presentes, hacen falta y empobrecen la orquesta. ¿Qué podemos hacer para organizar u orquestar nuestras autonomías? Primero, conocernos más (compartir experiencias). Segundo, afinarnos (unidad interior). Tercero, caminar juntos (sinodalidad).
Creo que todos ya estuvimos en una presentación de orquesta. Al inicio de cada presentación sucede algo importante: uno de los instrumentistas da la nota. Inmediatamente, todos los demás instrumentos se afinan… Entonces, se puede tocar juntos. Se trata de una prioridad: la unidad. Así, necesitamos actuar, a partir de la unidad, que no se confunde con uniformidad.
Invito a todos a estar unidos para promover un proyecto ODUCAL, inspirado en el Pacto Educativo Global, con estilo de “universidades en salida”: que van al encuentro de las personas, de los grandes desafíos del mundo y de las historias personales de estudiantes que nos conmueven por su recorrido tan marcado por dificultades y sufrimientos. No olvidemos sus rostros. No nos olvidemos de los pobres.
A 10 años de Laudato Si’, nuestras universidades, unidas en comunidad ODUCAL, tenemos aliento para asumir esta misión que va del desafío climático al compromiso con los más empobrecidos, a través del compromiso con la justicia socioambiental. También tenemos una función política, en el mejor sentido de la palabra: defenderemos la democracia, la libertad de cátedra, la ciencia centrada en el ser humano bajo la perspectiva de una ecología integral.
3. Experiencia: finalmente, como jesuita, me gusta pensar en la categoría de la experiencia – que me parece fundamental. Tenemos experiencias extraordinarias. Precisamos compartir más. Las redes son ese espacio, y la expresión de intercambios que enriquecen. En red nos sentimos escuchados, comprometidos y valorados como protagonistas de la misión. Quiero así, animar el trabajo de las redes: que podamos crecer en ese sentido.
El presidente, junto con los vicepresidentes, siempre en comunión, quieren ser los que ayudan a afinarnos o a partir de la unidad. ¿Quién da la nota? ¡El Espíritu de Dios! Escuchemos. Él nos convoca en comunidad, promoviendo la unidad, y dispuestos a transformar la realidad.