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Plinto y Memoria

Por Gonzalo Enrique Ortega, académico Departamento de Historia y Geografía UCSC
Imagen de portada

A inicios de 2022, se notificó a Concepción que la Plaza de la Independencia estaría cerrada durante seis meses por remodelación de luminarias, aceras y mobiliario. Proyectos de este tipo se han realizado en otras comunas, como Tomé (2013) y Penco (2016), revitalizando los espacios públicos, conservando sus valores y dotándolos de identidad.

Entendiendo este espacio como un lugar de encuentro, tránsito y de sitio histórico, me detengo a pensar en un elemento que ya no está presente, que es la estatua de Pedro de Valdivia, aquella ubicada en la intersección de Barros Arana con Aníbal Pinto; monumento que el 14 de noviembre de 2019 fue derribada por un grupo de manifestantes, en el marco de la “revuelta” o “estallido social”, un acto que se ha dado tanto en Chile como en el resto del mundo, el fenómeno de los llamados “monumentos incómodos”.

El otrora monumento de Don Pedro dejó un plinto, un pedestal excepcionalmente cilíndrico, desprovisto de su contenido, una base carente del objeto que soportaba y enaltecía; pero si ya no está ¿en qué se convierte la estructura que aún se conserva en la plaza?, testigo de su función original, como también del acto de resignificación violenta, clamado por un grupo de personas. ¿La ciudad habrá logrado comprender aquello?

El proyecto no contempla la reinstalación de la estatua, quedando en manos del municipio la toma de alguna decisión. ¿Retornar la figura de Valdivia?, ¿trasladarla a otro sector?, ¿musealizarla y dotarla de nuevos significados, comprendiendo las demandas de ejercicios de reflexión y mediación de estos objetos en el siglo XXI?, sea cual sea la opción, también es necesaria una acción en torno al destino de este plinto, vestigio simbólico de lo que fue y de lo que ahí se vivió en 2019, transformándose en un monumento por sí mismo, en una ciudad con una frágil memoria.

El plinto se ha invisibilizado ante la figura de lo que ya no contiene, algo con lo que esta urbe lucha frecuentemente, a causa de sismos y otros desastres. Hoy existe la oportunidad de conservar un bien cultural cargado de valores simbólicos como su materialidad, antigüedad, memoria, acción ciudadana e historia. Ilegítimo o no, es lo que la ciudad contiene.

Actualmente no se cuenta con una ley de patrimonio que garantice la participación ciudadana activa, informada y vinculante sobre este tipo de toma de decisiones, pero sí pueden existir las voluntades políticas por parte de los gobiernos locales para que la comunidad sea la que de la última palabra.