El último fin de semana se han realizado en diferentes comunas del país las denominadas elecciones primarias, convocadas por la Concertación para definir los candidatos oficiales de la coalición para disputar las alcaldías correspondientes. El ejercicio electoral realizado es una experiencia relativamente nueva dentro de la política nacional y representa una opción por dar una mayor legitimidad tanto a los candidatos ganadores como también para levantar la desprestigiada función del político chileno, que se ha hecho sinónimo de ineficiencia, desvergüenza y aprovechamiento deshonesto del poder.
En verdad el ejercicio realizado puede entregar a la actividad política en general y a los candidatos triunfantes en particular mayor prestigio y legitimidad, al otorgarles un respaldo que surge del ejercicio directo de la soberanía popular, por parte de un acotado sector de la ciudadanía. En tal sentido pienso que resulta siempre beneficioso consultar a la sociedad acerca de la mayor o menor empatía que un candidato despierta entre sus vecinos.
Sin embargo, la realización de esta modalidad de validación de candidaturas no logra convocar a porcentajes relevantes de la población inscrita de acuerdo con los resultados conocidos, y no puede ocultar la desafección profunda que la ciudadanía expresa frente a los dirigentes políticos. Se requerirá algo más profundo y serio para recuperar el prestigio de una actividad que sin duda es relevante para la marcha de la comunidad.
La modalidad utilizada, que expresa un tipo de formalidad para dar cause a la expresión ciudadana, no agota, ni excluye otras opciones de expresión de la población. Lo que debe preocupar a la clase política es enfrentar los problemas centrales de Chile contemporáneo con propuestas serias y coherentes, sin ceder a la tentación del populismo o presiones inmediatistas.
Prof. Dr. Andrés Medina Aravena
Licenciatura en Historia
Universidad Católica de la Santísima Concepción