En 2015, un diagnóstico advirtió falencias importantes en los Servicios Deportivos Municipales (SDM) de Chile. A casi una década, poco ha cambiado. Las desigualdades persisten y los desafíos se mantienen. En el contexto de la actualización de la Política Nacional de Actividad Física y Deporte 2026-2037, urge revisar esta realidad: sin municipios fortalecidos, no es posible implementar una política deportiva sostenible.
Un reciente estudio de la Universidad Católica de la Santísima Concepción analizó el funcionamiento de los 54 SDM de las regiones de Ñuble y Biobío. El objetivo fue caracterizar su estructura y gestión. El diagnóstico es claro: los SDM siguen siendo actores precarizados dentro del sistema deportivo nacional y de la estructura municipal, a pesar de su cercanía con la ciudadanía y su rol clave en la promoción de estilos de vida activos.
El estudio identificó tres funciones principales: ofrecer talleres, administrar recintos y apoyar a organizaciones deportivas comunales. Sin embargo, su capacidad para cumplir estas funciones varía según el tamaño del municipio y los recursos disponibles. Más del 70% de los SDM dispone de menos de 100 millones de pesos anuales para operar, lo que restringe significativamente su accionar. La infraestructura deportiva también es deficiente: predominan las multicanchas, mientras que instalaciones como piscinas techadas o espacios para deporte adaptado son casi inexistentes.
A estas limitaciones se suma la falta de planificación. Solo la mitad de los municipios cuenta con un plan comunal de actividad física y menos de un tercio realiza diagnósticos o estudios sobre hábitos deportivos. Como resultado, las decisiones suelen responder a la disponibilidad de recursos, más que a las reales necesidades de la población.
Uno de los hallazgos más preocupantes es la débil incorporación del enfoque inclusivo. Solo un 5,6% de los cargos directivos de los SDM es ocupado por mujeres. Además, cerca del 50% de los municipios no ofrece actividades de deporte adaptado y solo un 7,4% contempla actividades para pueblos originarios.
A pesar de estas brechas, los SDM son valorados por la comunidad y juegan un rol clave en la promoción de la salud, la cohesión social y la participación ciudadana. La nueva política nacional debe adoptar un enfoque territorial, establecer estándares mínimos, mejorar los presupuestos y fortalecer las capacidades técnicas de los equipos comunales. Institucionalizar la evaluación, garantizar el acceso equitativo a la oferta deportiva e incorporar la inclusión como principio transversal, también son tareas urgentes.
Más que una deuda, los SDM representan una oportunidad concreta para construir una política deportiva desde lo local, con foco en la participación, la equidad y la calidad de vida.