Vivir las consecuencias del cambio climático no es algo nuevo, pues lo estamos constatando hace años. Cada día se conocen nuevas situaciones y se abren nuevos debates éticos respecto del mismo. Como bien señaló el Santo Padre, en Laudato si’, el calentamiento global ha tenido diversas consecuencias. Ocho años después, las cosas no han cambiado de la forma ni al ritmo esperado.
Si bien, se reconocen avances en algunos temas, surge la necesidad de poner énfasis en la urgencia de cambios que deben darse pronto. Este es el llamado que se hace en la Exhortación Apostólica Laudate Deum, que se presenta como una revisión de lo acontecido desde Laudato si’, y un nuevo llamado a actuar por el bien de la casa común.
En base a la lectura de la exhortación y la revisión de investigaciones realizadas anteriormente, se pueden identificar tres ideas centrales respecto de qué es relevante a la hora de buscar cambios para la crisis climática:
Tiempo: Hay cambios positivos que se generaron con los años, por ejemplo, se ha logrado recuperar, en parte, la capa de ozono, y se espera una total recuperación en 40 años más (Raffio, V. (2023). Capa de Ozono| Qué significa que la capa de ozono se está recuperando y qué implica para el planeta). Sin embargo, el hecho de que aún queden años de recuperación, da cuenta de que los cambios necesarios pueden no contar con el tiempo necesario para desarrollarse de manera favorable para el bienestar del planeta. Hay que incentivar, entonces, un cambio en la mentalidad actual del ser humano hacia una “ética orientada al futuro” (Jonas, 1995, p. 66) que se sustente en una preocupación anticipadora, es decir, el ser humano debe anticipar, con miradas hacia el futuro, lo que puede llegar a ser, y tomar acciones hoy en vistas de dicho futuro.
Unidad: Lograr mejoras respecto de la crisis climática no es responsabilidad de algunos. El bienestar de la casa común debe buscarse en común unión. Hoy existen acciones desarrolladas por grupos pequeños, pero si se espera lograr cambios a largo plazo, se necesitan líderes que den el ejemplo respecto de cómo nos relacionarnos entre nosotros y con el medio ambiente. En este punto, el llamado es a lograr que se generen políticas mundiales en pro del bien común. Acuerdos de mejoras respecto de la contaminación, la agricultura, cuidado de especies en extinción, entre otras; y que tengan como fundamento dicho bien común global.
Soluciones: Desde 1992 se ha trabajado en cambios activos, campañas en la mejora de hábitos respecto del uso del agua, la eliminación de basura, el uso de energías limpias. Sin embargo, algunos de estos cambios se han considerado cambios a corto plazo. Quienes gobiernan debe servir de ejemplo para la comunidad respecto de la toma de decisiones responsable con el medio ambiente. La idea es que quienes están a cargo, logren desarrollar cambios a largo plazo, es decir, acciones que deben pretender ser duraderas, con la finalidad de que los futuros gobernantes puedan aplicar y mantener las acciones propuestas y, con esto, asegurar el bienestar de las generaciones futuras. Por eso, el llamado del Santo Padre es a considerar esto en las futuras Conferencias de las Partes (COP), conferencias en las que se han propuesto soluciones positivas a lo largo de los años, y que hoy deben verse como un espacio que posibilita más y mejores cambios.
Finalmente, hay que recordar que este no es sólo un tema medioambiental o político, estamos frente a un paradigma ético donde el ser humano tiene el poder de generar un cambio, y para ello tiene diversas herramientas. Lo central es que los cambios no pueden perder de vista el bien común, no solo entre seres humanos, sino también la relación con las otras criaturas y el medio ambiente circundante. Para el Santo Padre hay que ver el cambio climático como una oportunidad de generar los cambios, positivos y a largo plazo, que son necesarios.