Rehabilitación cardíaca: una tarea pendiente – UCSC
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Rehabilitación cardíaca: una tarea pendiente

Por Aldrin Cole Ibarra, académico Facultad de Medicina UCSC
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Durante agosto Chile conmemora el Mes del Corazón, un momento para reflexionar sobre la importancia de la prevención de las enfermedades cardiovasculares, una de las primeras causas de morbimortalidad y de años de vida perdidos a nivel mundial. Es conocido que la modificación de los llamados factores de riesgo, que incluye al tabaquismo, los malos hábitos alimenticios y el sedentarismo, constituye una medida fundamental en la prevención de las complicaciones más graves asociadas al desorden cardiovascular, en especial el infarto agudo al miocardio y el ataque cerebrovascular. Por otro lado, el manejo terapéutico precoz, basado principalmente en los fármacos, pretende evitar la aparición de complicaciones y con ello la instalación de importantes secuelas físicas y psicológicas que limitan la capacidad funcional de las personas que las padecen.

Sin embargo, una de las herramientas menos valoradas en el tratamiento de las afecciones cardiacas es la rehabilitación, ya sea por el temor de exponer al paciente a un nuevo evento o por el desconocimiento de las actividades que en ella se realizan. Con todo, su indicación no forma parte habitual de las prescripciones del médico tratante y, en consecuencia, desincentiva la disponibilidad de centros especializados en el manejo de las enfermedades cardiovasculares.

A través de un equipo multidisciplinario especializado de profesionales de la salud y mediante la implementación de estrategias de educación, entrenamiento físico y seguimiento clínico, la rehabilitación cardiaca busca alterar el avance de la enfermedad coronaria, mejorando la capacidad funcional, disminuyendo los síntomas, modificando los factores de riesgo, mejorando la autoestima y, sobre todo, la calidad de vida de los pacientes.

Numerosos estudios clínicos han demostrado los beneficios de la rehabilitación cardiaca en aspectos como el aumento de la tolerancia al ejercicio, la mayor eficiencia contráctil del corazón, la reducción de peso y de las grasas circulantes, la menor recurrencia de nuevos eventos cardiovasculares y la disminución de los estados de depresión, todo lo que en definitiva determina un cambio significativo en el avance del daño y especialmente en la tasa de mortalidad prematura a causa de estas enfermedades.

En tiempos donde las personas desean una mayor participación en la toma de decisiones y se espera de ellas una mayor responsabilidad en el autocuidado, poner a disposición distintas alternativas de tratamiento y la información necesaria para enfrentar una compleja condición de salud se convierte en un imperativo social que reconoce, además, la libertad del individuo de elegir la mejor opción para el manejo de su estado, de acuerdo con sus posibilidades y expectativas. Los prejuicios instalados sin ninguna evidencia sólo limitan la capacidad de las intervenciones y generan desconfianza, perjudicando finalmente el proceso de recuperación. Llegó el momento de centrarse en las necesidades de las personas y actuar en función de ellas.