Rol del cuidador: consejos y desafíos como sociedad

Por Camila Meza Sparza
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En Chile la realidad de los cuidadores es preocupante, pues cuidar implica un gran esfuerzo para quien lo realiza. Esta labor conlleva un alto nivel de carga física, emocional y socioeconómica, que compromete su salud, bienestar y también su relación interpersonal con la persona enferma. Además, la mayoría de los cuidados brindados a personas dependientes son realizados por “cuidadores informales” quienes no reciben remuneración económica por su labor, ni tampoco cuentan con capacitación para los diferentes cuidados que proveen. Por lo que el cuidado llega a convertirse en una tarea muy exigente, incluso puede dar paso al “síndrome del cuidador”, donde la persona se siente incapaz de afrontar todas las responsabilidades que le exige el cuidado, comprometiendo su bienestar integral.

De acuerdo con la encuesta Casen (2015), los cuidadores informales en su gran mayoría son mujeres adultas, de edad promedio entre los 50 y 59 años, hijas o parejas que cohabitan con la persona dependiente. Con bajos niveles educativos, sin capacitación sobre los cuidados básicos que su familiar dependiente requiere y que no reciben remuneración por su labor y muchas veces sin apoyo familiar ni social.

Entonces, ¿qué se recomienda previamente a una persona que ejercerá la labor de cuidador? Primero que todo tomar conciencia de la importancia del autocuidado, para estar en condiciones de cuida; buscar una red de apoyo familiar y social en su comunidad; planificar sus tiempos para disponer de momentos de respiro, realizar alguna actividad que le guste o simplemente descansar; no olvidar que él o ella no es el único que puede cuidar de su familiar y pedir o recibir la ayuda cuando otro se lo ofrezca.

Para desempeñar de mejor manera su labor como cuidador se aconseja informarse y buscar capacitación acerca de la enfermedad, tratamiento y cuidados básicos, que su familiar necesita. Conocer información sobre asociaciones y redes de apoyo comunitario, además de dedicar tiempo a sí mismo en actividades como dormir las horas necesarias, acudir a controles médicos, tener tiempo de ocio y tener una alimentación adecuada.

En paralelo, el círculo cercano a una persona que efectúa la labor de cuidador debe estar atentos a cuando hay evidencia de abandono del cuidado personal, aumento o pérdida de peso, fatiga y agotamiento evidente, sentimiento de culpa, de aislamiento y soledad, alteración del sueño e insomnio, signos de depresión y ansiedad y rechazo de soluciones parciales.
Entonces, si vemos algunos signos mencionados anteriormente, debemos intervenir activando una red de apoyo familiar y social de su comuna, apoyar la concreción de trámites que necesite realizar, que favorezcan su bienestar y el de la persona bajo su cuidado. Hay que asegurar su integración a grupos de auto ayuda, de apoyo psicológico y/o de psicoterapia individual, además de solicitar el acompañamiento por parte del equipo de salud en el cumplimiento de su rol y procurar el acceso a ayudas técnicas si las requiriese.

En el contexto de una sociedad cada vez más envejecida, los cuidados de las personas mayores con dependencia son aún poco valorados y visibilizados, por lo que se hace necesario y urgentes de abordar. Esto se traduce en desafíos para el Estado y las políticas públicas, pero también para las familias, las instituciones privadas y la sociedad en general. Ya que es responsabilidad de todos el garantizar una buena calidad de vida tanto para las personas mayores dependientes como también para su cuidador.