Septiembre nos señala con alegría la cercana primavera y para Chile, la celebración de nuestras Fiestas Patrias que no son otra cosa que la conmemoración del establecimiento de la Primera Junta de Gobierno en 1810 y de las Glorias del Ejército. Durante mucho tiempo, marcando generaciones tras generaciones, estas fiestas han generado una apropiación temporal de este periodo, señalándolo como “El mes de la Patria”, transformándose el motivo político original de la conmemoración, en un hito de unión nacional.
En septiembre, que ahora consideramos como el mes de la chilenidad, no sólo se rememoran los acontecimientos históricos de la independencia, sino que también se comparten usos y costumbres populares que, a lo largo de esta extensa geografía, de norte a sur y Océano Pacífico, van adquiriendo formas, acentos y características tan variadas que enriquecen toda nuestra cultura.
Si bien compartimos elementos fundamentales con nuestros vecinos del continente, como la lengua, la sociedad mestiza y el cristianismo, con los siglos hemos ido forjando una forma de ser y unas características que nos diferencia del resto.
Una de ellas es, como diría Hernán Godoy, este “carácter chileno”, la íntima relación que tenemos con nuestro territorio, el entorno y el medio natural. Durante la historia, artistas, intelectuales, científicos y el mismo pueblo chileno reconocen las bondades de nuestra geografía y clima que, a pesar de afligirnos en algunos momentos, nos sostiene con recursos mineros, agrícolas y marítimos que podemos explotar y compartir generosamente con otras naciones.
La creación de parques y reservas naturales en las últimas décadas dan una buena muestra de la preocupación del Estado y de los distintos gobiernos por preservar nuestro territorio.
Otra de las características chilenas más reconocidas es la acogedora actitud para recibir al extranjero, destacada por quienes nos visitan. Desde mediados del siglo XIX nuestro país ha recibido un gran número de inmigrantes que han optado por quedarse en Chile para siempre, aportando sus costumbres y tradiciones a nuestra cultura. Hoy en día, este fenómeno, aunque un poco caótico, confirma la predilección de muchos por vivir entre nosotros, reconociendo nuestra hospitalidad y compartiendo parte de nuestras costumbres.
Hagamos votos para que estas dos características del carácter chileno no la perdamos nunca.