Las puertas de los centros comerciales, entradas a hoteles o edificios tienen adhesivos en cada lado que indican TIRE-EMPUJE, dos palabras sencillas que logran un entendimiento entre las personas que están a cada lado de la puerta. Si no existiese, lo más probable es que provoque un caos, en la medida que las dos personas tiren o empujen al mismo tiempo, no logrando el objetivo: “abrir la puerta”. Esto es lo que está ocurriendo con el movimiento estudiantil, en donde en un lugar de la puerta están los estudiantes y en otro el gobierno, no logrando comunicarse.
Los estudiantes tienen claro que los sistemas de financiamiento han contribuido al país a tener tasas de cobertura de educación superior similar a los de los países desarrollados. La crítica se centra en el sistema económico, porque éste ha provocado enriquecimiento de ciertos sectores a costa de la educación, endeudamiento excesivo de los estudiantes, dejando en manos del mercado las regulaciones, las que no existen o han sido ineficientes.
El Gobierno ha propuesto soluciones a las demandas de los estudiantes, pero éstas han sido superficiales, es decir, no cubren los problemas de fondo de la educación, tales como la calidad, la segregación de la educación, etc.
Para lograr pronto un acuerdo entre los actores, en necesario un diálogo centrado en la verdad, la que requiere del calor y la dedicación que brotan del amor. La verdad no se compagina con la violencia, con el odio o con la indiferencia. La verdad se propone, no se impone. Y tal propuesta sólo es creíble cuando nace del amor: “Defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles” (Caritas in Veritate).
Iván Valenzuela Díaz
Decano Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas
Universidad Católica de la Santísima Concepción
ivalenzuela@ucsc.cl