Chile destaca por ser uno de los países con más alta prevalencia de patologías de salud mental. Motivo por el que la Organización Mundial de la Salud coloca a Chile entre los países con mayor carga de morbilidad por enfermedades psiquiátricas en el mundo. Se estima que previo a la pandemia la prevalencia de cualquier trastorno psiquiátrico en niños y adolescentes era aproximadamente de un 23 %, cifra que aumentó considerablemente en tiempo de pandemia por todo ello.
Así lo explica la Directora Diplomado en Salud Mental del Niño y del Adolescente, Silvia Valenzuela, quien manifestó que hay coincidencia en que las prevalencias de enfermedades de salud mental hayan ido en aumentando con el paso del tiempo. “Puede estar relacionado con estilos de vida poco saludables y probablemente centrados en la productividad, con la dificultad de acceso a atención especializada y probablemente en un grupo minoritario también ha habido mayor conciencia respecto a la importancia de la salud mental en nuestras vidas y el poder realizar consultas oportunas”.
Por otra parte, la psicóloga agregó que “no ha sido menor lo ocurrido con la pandemia por coronavirus, donde hay estudios muy confiables, como uno realizado por Senda con una muestra muy representativa de cada región de nuestro país, donde se reporta que más de un 22% de los entrevistados consumió más alcohol durante la pandemia por ansiedad, estrés o depresión y se automedicó con ansiolíticos, lo que podría ser bastante nocivo para la salud”.
Sobre los desafíos en la materia, la magíster en Intervención con Jóvenes y Adolescentes, adelantó que uno de los aspectos más relevantes es abordar la brecha de tratamiento en salud mental, donde se ha encontrado que solo un 38% de las personas diagnosticadas recibe algún tipo de servicio de salud mental, ya sea de un especialista o atención primaria. Por otra parte, sería relevante seguir trabajando en actividades de promoción de la salud.
Síntomas y apoyo familiar
Para la profesional es importante prestar atención a síntomas como irritabilidad, nerviosismo, cansancio excesivo, aislamiento social, poco deseo de realizar actividades que antes parecían placenteras, consumo de alcohol o drogas o el reconocimiento del propio sujeto de que se encuentra en un estado de salud mental que no es el habitual. En los niños o adolescentes es importantes prestar atención también a síntomas como la irritabilidad, deseos de querer desaparecer o morir, aislamiento o apatía, baja repentina de rendimiento escolar, problemas de alimentación o consumo de sustancias.
“La familia tiene mucha importancia a la hora de pensar en prevenir, diagnosticar o tratar patologías de salud mental, las interacciones que se dan en ella son muy determinantes para la salud mental de quienes le constituyen. Es importante mantener espacios de comunicación efectiva, poder generar espacios de contención emocional, protección, flexibilidad frente a diferentes situaciones que se deba enfrentar y en el caso de niños y adolescentes que los padres puedan ser adultos presentes, coherentes, que modelen conductas saludables y que también se preocupen mucho de su propia salud mental”, concluyó.