Marisol Henríquez, de Educación, dictó una charla en el contexto de la Semana Cultural Mapuche, organizada por el Centro de Estudiantes de Pedagogía en Educación Media en Lenguaje y Comunicación.
El castellano ha penetrado tan significativamente en la vida interna de comunidades mapuches, “que ha restringido severamente el uso del vernáculo”, señaló la académica del Departamento de Lenguas, Marisol Henríquez, en una charla dictada en el contexto de la Semana Cultural Mapuche, organizada por el Centro de Estudiantes de Pedagogía en Educación Media en Lenguaje y Comunicación para celebrar el We Tripantu.
En la actividad, dio a conocer la investigación “Estado del mapudungun/chedungun en niños mapuches pewenches y lafkenches de la VIII Región del Biobío”, realizada con una muestra de 40 escolares, entre 12 y 15 años, de Alto Biobío y Tirúa, compuesta además por docentes, directores de establecimientos, asesores escuelas y algunos padres y apoderados.
“Conocer el comportamiento lingüístico de los niños mapuches es hoy día una tarea fundamental, ya que son éstos quienes están más directamente implicados en la preservación de la lengua indígena”, indicó la investigadora. “La lengua mapuche acusa en todos sus niveles los efectos del contacto sistemático y permanente con el castellano, produciendo cambios profundos, en la estructura gramatical de la lengua vernácula y también en el plano de la fonología”, agregó.
En cuanto a los resultados del estudio, la comunidad de Butalelbun es la que muestra un mayor grado de retención del vernáculo, porque su enseñanza es generalizada en todas las familias, lo que no se replica en Cauñicú, donde algunas han interrumpido la transmisión, y en ellas el chedungun ha dejado de ser la lengua por excelencia.
En Tirúa, en tanto, el mayor grado de retención de la lengua está entre los adultos mayores y ancianos, mientras que en los jóvenes se observa un uso muy precario, que se torna casi inexistente en los niños. Además, los padres ya no están cumpliendo con su rol de transmisión, principalmente por falta de dominio, y la enseñanza del chedungun ha pasado a manos de la escuela.
Si los niños abandonan el mapudungun o lo hablan muy intervenido por el castellano, “resultaría claro que la vitalidad del vernáculo estaría seriamente comprometida”, afirmó Henríquez. Frente a esta situación, destacó que el apoyo a una lengua puede influir en la conservación de su empleo, siendo la educación y la religión dos de las instituciones más importantes en este sentido.
“La escuela puede actuar como impedimento o núcleo de desarrollo de una lengua, de modo que el hecho de que se emplee el mapudungun en el sistema educacional tiene una importancia capital”, dijo. Sostuvo que, en las localidades en que desarrolló su investigación, “la escuela es hoy un escenario de uso y revitalización del idioma más relevante que el hogar”.