Escoger alimentos saludables es una tarea que requiere paciencia, ante la oferta de productos que se pueden encontrar en almacenes y supermercados. Son al menos 20 líneas con cifras, nombres y gramos las que componen la etiqueta nutricional de un alimento y desde el 27 de junio de este año empieza a regir la norma que agrega los octágonos negros con importantes advertencias.
En el Día del Nutricionista, que se celebra cada 6 de mayo, el académico de la carrera de Nutrición y Dietética de la UCSC, Rodrigo Buhring, entrega claves para efectuar una correcta elección, comparando productos de acuerdo al etiquetado nutricional, una herramienta muy positiva para la población.
“El etiquetado, hasta hoy, contiene tres elementos: la declaración de nutrientes (la tabla), la declaración de propiedades nutricionales, y la declaración de propiedades saludables” detalló Buhring. Las nutricionales tienen que ver con mayor o menor cantidad de un nutriente -se usan frases como «libre», «liviano», «reducido», «buena fuente»-; y las propiedades saludables, tienen que ver con su relación a una condición de salud específica, “lo que está muy normado en término de cuáles son las posibles asociaciones que se pueden hacer, como por ejemplo señalar que el calcio es saludable para los huesos, porque eso está evidenciado y su declaración está autorizada por el Ministerio”. Por ello, el fabricante debe cumplir con una cantidad mínima del nutriente en el alimento, entre otros detalles.
Desde junio entrarán en vigencia los mensajes de advertencia. Frases como «altos en», en octágonos de color negro, indicarán que ciertos alimentos, contienen una alta concentración de energía, grasas saturadas, azúcares o sodio, todos ellos asociados a enfermedades crónicas no transmisibles, como sobre peso, obesidad, hipertensión, diabetes, etc. Se pueden encontrar, uno, dos, tres o cuatro de estos octágonos, dependiendo de cuánto se superan los niveles en cada uno. “La clave es seleccionar alimentos que ojalá tengan menor concentración de los elementos nombrados, pero también comprender que por el solo hecho de consumir una galleta, por ejemplo, que esté en esta categoría de «altos en», no me voy a enfermar. Todo tiene que ver con la cantidad”.
Cuidado con publicidad engañosa
Buhring señaló que el reglamento establece 18 mensajes de propiedades saludables posibles: se pueden asociar las grasa saturadas, totales y el colesterol con diversas enfermedades cardiovasculares, establecer la relación entre calcio y salud ósea, la relación entre fibra y la reducción entre ciertos tipos de cáncer, la presencia de antioxidantes y algunas enfermedades crónicas no transmisibles, etc.
“Lo que importa es que el alimento cumpla con ciertas cantidades de esos nutrientes para hacer esa declaración, si hay menos de los indicado, el efecto no se logra, y se trataría además de publicidad engañosa”.
Buhring señala que hay que desconfiar de mensajes tajantes o absolutos. Frases como “este alimento cubre todos los requerimientos nutricionales de una persona” son imposibles, ya que, explica el nutricionista, ningún alimento aporta por sí solo todas las necesidades alimenticias de una persona en el día; que se le atribuya exclusividad al efecto y relación con una condición de salud, a través de declaraciones como «100% digestivo»; o que tienen un efecto terapéutico: “elimina X enfermedad”.
Qué hacer al momento de comparar
La primera comida del día es el desayuno. Si se toma como ejemplo la tarea de comparar dos cajas de cereales, Rodrigo Buhring suguiere los siguientes pasos:
-Observar la presencia o ausencia de logotipos octagonales negros (que regirán desde el 27 de junio). “Si una caja tiene el logotipo negro y la otro no lo tiene, debiese preferir el que no lo tiene”, ya que el logo negro significa que tiene uno de los nutrientes de riesgo en una concentración mayor que el otro. También hay que ver si hay mensajes buenos: liviano en, reducido en.
-Leer las tablas nutricionales. Las tablas indican información por cada 100 gramos o por porción. Si se compara por porción, hay que fijarse que cada producto defina el mismo gramaje por porción. Entonces, se debe poner el foco en cuatro elementos: energía, azúcares, grasas saturadas y sodio. Será mejor la que tenga menos calorías, y a la inversa, que también será mejor el que tenga más cantidad de nutrientes saludables, como fibra, vitaminas, minerales, etc.
– Un alimento con mayor cantidad de fibra, especialmente la fibra insoluble, por ejemplo, favorece el tránsito intestinal, entre otras propiedades, y eso hace que alimentos con azúcares, y grasa, pasen más rápido, no sean absorbidos en el organismo, y tengan menos efectos negativos. Los cereales integrales tienen más fibras que los procesados.
¿Qué sucede con los productos light o zero?
Cualquier producto que haga una descripción en otro idioma, como light, zero, low, diet, soft, debe indicar junto a ese concepto el descriptor y nutriente en español al que corresponde, detalla Rodrigo Buhring. Por ejemplo, si dice light, debe explicar «bajo, o liviano en…», según lo establece el reglamento vigente desde 2011.
Qué alimentos considerar en una dieta balanceada durante el día
Samuel Meza, Vicepresidente de la filial Concepción del Colegio de Nutricionistas Universitarios de Chile, y académico de Nutrición y Dietética UCSC, recomienda que la alimentación diaria se estructure en horarios. “La alimentación basada en adecuados horarios tiene una buena recompensa en el estado nutricional, con un adecuado gasto energético y bajos volúmenes por horarios de alimentación: desayuno, almuerzo, once y cena” detalló.
Si no hay cena, que es algo habitual, el especialista sugiere incorporar colaciones, con frutos secos sin sal, no mayor a una taza para un adulto, o lácteos bajos en grasa, y mantener un intervalo de 4 horas entre cada comida.
El desayuno, detalla Meza, debe incorporar tres elementos: líquido o lácteo, cereales, y fruta. El almuerzo, debiese tener aportes de proteína, que nombrados en orden de más a menos saludable, son pescado, huevo, legumbres, carnes de ave o carne de vacuno, utilizando como acompañamientos los que se basen en verduras y cereales, como arroz o fideos, en porciones definidas: Para un adulto, es no mayor de tres cuartos de taza. “Se sugiere que las legumbres no se acompañen con carnes, y eliminar carnes ricas en grasa como cordero o cerdo”.
A estos platos, se deben sumar ensaladas, de preferencia de hojas verdes, y postres en base a frutas. La once debe ser similar al desayuno, y si hay cena, la mima figura del almuerzo.