El miedo a lo impredecible – UCSC
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El miedo a lo impredecible

Por Paula Gutiérrez Lagos

Desde hace un tiempo me he cuestionado la cantidad de tiempo y energía que invertimos en ordenar la vida para hacerla más predecible. Cuando me pregunto la razón de ello, me respondo que hacerlo aumenta los niveles de certidumbre, que da cuenta claramente de una “fantasía” respecto a la posibilidad de “escapar” de lo impredecible.

El actual escenario social, sumado a un posible riesgo sanitario, nos mantiene en un estado de alerta que nos envuelve en un manto de incertidumbre, que pocos recordábamos.

La primera reacción frente a algo no previsto es el miedo y para algunos incluso es el pánico. La segunda reacción es la búsqueda de una causalidad, es decir, buscar culpables.

Vislumbro tensión y ansiedad por la expectativa de inevitabilidad, llevando a algunos a sobre o subvalorar el posible riesgo y por lo mismo considero relevante analizar estas conductas y objetivarlas. Incluso me atrevo a asegurar, que se van a sumar sentimientos de vulnerabilidad y conductas que pueden oscilar entre -violentas o pasivas; solidarias o egoístas.

Ahora bien ¿cómo anticipar las reacciones de una persona ante situaciones imprevistas? En las ciencias del comportamiento no existe un criterio único que permita predecir la reacción de una persona en detalle, a diferencia de la física, en que se puede prever exactamente, por ejemplo, la reacción de un material sometido a una presión exterior. Sin embargo, algunos autores se atreven a señalar que el 10 a 25 % de las personas permanecen en calma y estudian un plan de acción basado en evidencias, un 75 % manifiesta conducta desordenada y de desconcierto y el 10 a 25 % muestran confusión, ansiedad y miedo.

Pero ¿de qué va a depender esto? de su personalidad, nivel de formación, de la edad, su condición física, nivel de aislamiento o soledad, percepción de riesgo, tolerancia a la frustración, entre otros aspectos. Personas mayores, claramente pueden sentirse más vulnerables y sugestionables con la información que reciben, así también los niños, que pueden eventualmente imitar conductas ansiosas de sus padres y afectarse.

Particularmente la percepción del riesgo es un punto muy interesante y que está asociada al conocimiento. Por lo mismo es determinante la información con la que se cuente, así como las evidencias, ya que el aumento o la disminución de la ansiedad se correlaciona con la elaboración individual de la información con que cuenta.

Ahora bien, la personalidad influye también de manera poderosa. Una persona aprensiva tiende a incrementar todas las sensaciones que percibe, ya que existen inseguridades que matizan negativamente todo el procesamiento de la información que recibe.

En conclusión, es sano y a la vez lógico aceptar que la incertidumbre forma parte de nuestra vida y que el miedo a lo impredecible es una reacción natural de las personas. Pero así también, podemos manejar estas reacciones en la medida que contamos con información y evidencias. Objetivar la información es clave, lo cual nos permite “poner en perspectiva” y actuar con seguridad, sin sobre o subvalorar la situación.  Así también entendemos que un porcentaje de las personas no lo logra y por lo mismo, estamos llamados como comunidad universitaria a colaborar en no aumentar los niveles de ansiedad con información poco clara o alarmante.