Empatía y liderazgo - UCSC
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Empatía y liderazgo

Por UCSC

Siempre hemos escuchado que la empatía es “la capacidad de colocarse en el lugar del otro”, siendo esto algo que parece simple, pero que en realidad es mucho más complejo.

Es así como podemos transitar desde definiciones de la RAE que la señala como “la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos” hasta las afirmaciones de Daniel Goleman que incluyen dimensiones cognitivas, emocionales y un elemento de preocupación empática.

El aspecto cognitivo de la empatía se relaciona con la capacidad para percibir lo que otra persona podría estar pensando. Lo emocional está en sentir física y afectivamente lo que otra persona siente y la preocupación empática se refiere a que no solo comprendemos lo que piensa y siente una persona, sino que nos movemos espontáneamente para ir en su ayuda.

¿Cómo se relaciona la empatía con el liderazgo? Algunos autores señalan que la eficacia del líder pasa por comprender que las personas cometemos errores, que podemos aprender de ellos y no buscar culpables y que, eventualmente estamos disponibles para hacer lo mejor posible. En palabras simple, ser empático saca lo mejor de las personas y que no es simplemente algo “místico” o asociado al “al sentimiento”, sino que tiene una base neurológica, vinculada a las neuronas espejo, afectando las cortezas prefrontal y temporal, la amígdala y otras estructuras límbicas como la ínsula y la corteza cingulada.

Creo firmemente que la empatía es un requisito del liderazgo. La diversidad, la necesidad de retener talentos, el aumento del trabajo colaborativo, la convivencia de dos o más generaciones en el lugar de trabajo, los nuevos desafíos nos “obligan” a ser empáticos.

Un líder sin empatía puede conseguir eventualmente sus metas a corto y hasta mediano plazo, pero tarde o temprano, necesitará comprender la perspectiva del otro para el desarrollo de su unidad.

¿Se puede desarrollar la empatía? por supuesto. En la medida que es una capacidad, se puede aprender, practicar e incluso generar destreza en ello. Se inicia por escuchar activamente a las personas y analizar lo que se escucha ¿qué ha querido decir la otra persona? y prestar atención a las señales, no sólo a las palabras, sino también a los gestos, expresiones y posturas que realice la persona.

Para concluir, señalar que la crisis social es el reflejo de una ciudadanía que “pide a gritos” líderes más empáticos, pero además correctos y con capacidad de diálogo. La empatía por sí sola no hace de una persona un buen líder, es central, pero debe complementarse con otros elementos vinculados a la probidad, la equidad, el trato y la ética.