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Gustavo Saiz: "Hay que tomar medidas de prevención activa que pasan por la ordenación del paisaje a nivel macro"

Por Camila Meza Sparza
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Gustavo Saiz es ingeniero forestal, PhD en Gestión de Recursos Ambientales con especialidad en explotaciones forestales y lleva más de 25 años trabajando e investigando incendios forestales en numerosas regiones del mundo. Entre las líneas de investigación de este académico español de la Facultad de Ciencias UCSC se cuenta el estudio de los efectos del fuego, la gestión forestal, procesos erosivos y cambio climático en las dinámicas de materia orgánica del suelo.

De allí que su opinión sea clave a la hora de comprender las causas, dimensión y proyecciones de los incendios forestales que afectan a la zona sur del país.

-¿Cómo evalúa la actual situación de emergencia por la que atraviesa Chile?

-Lo que está sucediendo en la zona central de Chile a nivel de incendios forestales es terrible. Hay numerosas pérdidas humanas, lo que es verdaderamente lamentable y eclipsa cualquier otra consideración. Todos sabemos lo que significa la pérdida de un ser querido, pero son menos los que han vivido el desgarro que implica una pérdida de alguien cercano en estas circunstancias. Muchísima gente ha perdido sus viviendas, su forma de vida. Además, los impactos ambientales presentes y futuros son incalculables. Mención especial merecen los bomberos, voluntarios y operarios, que ponen en riesgo sus vidas en el combate de estos incendios. Por desgracia, no es la primera vez que incendios tan graves ocurren en estas regiones y mucho me temo que no serán los últimos.

-Tomando en cuenta que lo más importante es el resguardo de la vida humana, ¿qué recomienda para alguien, que vive en la zona rural y que necesita protegerse, así como también a  su casa o campo en medio de esta emergencia?

-Recomiendo la guía de autoprotección del hogar publicado por CONAF (descargar aquí). Contiene información útil que ha sido compilada por profesionales locales con experiencia reconocida en la prevención y el combate de incendios forestales.

Investigar los efectos ambientales de los incendios forestales de 2017 fue lo que motivó al académico español a asentarse en Chile.

-¿Cree que, en virtud de lo que está ocurriendo, Chile tomó suficientes medidas luego de los incendios de 2017?

-Aproximadamente un tercio de la superficie de las regiones del Biobío y Ñuble están cubiertas por monocultivos forestales. Aprovecho para mencionar que los bosques nativos también se ven afectados por los incendios forestales; por supuesto que sí. Sin embargo, a diferencia de los monocultivos forestales, el bosque nativo es el resultado de una larga adaptación al territorio y a sus condiciones ambientales, por lo que mantiene de forma efectiva la humedad ambiental y tiene unas características estructurales y de composición de especies que ofrecen mayor resistencia al avance del fuego. En todo caso, cuando las condiciones ambientales son extremas, lo que el fuego entiende es solo de combustible. De ahí que en esas circunstancias se quemen hasta las edificaciones. Es público y notorio que después de los grandes incendios de 2017 se tomaron medidas excepcionales de prevención, mitigación y reparación, destinándose amplias partidas presupuestarias para las mismas. Sin embargo, y a juzgar por lo visto en los últimos días, es igualmente innegable que dichas medidas no han sido suficientes.

ESCENARIO ACTUAL

-A la luz de su larga experiencia, ¿cómo califica la situación del paisaje forestal en la zona sur del país?

-Nunca vi un paisaje forestal tan continuo y homogéneo como el de la Macrozona Centro-Sur de Chile. De hecho, fueron los grandes incendios de 2017 los que motivaron que, junto con mi familia, decidiéramos venir a Chile hace ya cinco años para investigar los efectos ambientales de estos incendios, que hasta la fecha eran únicos en el mundo debido a una virulencia nunca descrita hasta entonces. En los últimos años hemos trabajado en numerosas comunas del Maule, Ñuble y Biobío afectadas por esos incendios. No puedo juzgar cómo era la situación previa al año 2018, pero lo que sí que puedo acreditar es que amplias zonas ocupadas por plantaciones forestales que se quemaron en el 2017, han sido replantadas con las mismas especies. Si, por el contrario, la extracción de la vegetación afectada no era rentable, esas zonas fueron abandonadas y actualmente se encuentran cubiertas de vegetación invasora leñosa (ej. retamilla) y plantas juveniles descendientes de la vegetación quemada. Estos paisajes son potencialmente altamente inflamables, y de hecho, varias de esas zonas se han vuelto a incendiar en estos días.

 -¿Este tipo de catástrofes amerita un replanteamiento del modelo forestal chileno?

-Por supuesto. Es esencial cambiar el modelo forestal de este territorio. Hay que reconocer que las plantaciones forestales de nuestra región representan un gran patrimonio que directa e indirectamente han generado numerosos puestos de trabajo y una potente actividad industrial. Todos consumimos los productos derivados de la explotación forestal (papel, cartón, muebles, etc.). En una palabra, necesitamos los productos derivados de las plantaciones forestales. Sin embargo, el actual modelo forestal está diseñado para una realidad ambiental que no es la que existe hoy día. El cambio climático ha cambiado sustancialmente las reglas del juego a todos los niveles, también en lo relacionado con los incendios y la gestión de las plantaciones forestales. Si seguimos gestionando el territorio como hasta ahora vamos a perder todos: las empresas, la naturaleza y los ciudadanos.

-¿Por dónde debería pasar la solución a largo plazo?

-No creo que exista una solución perfecta al problema de los incendios forestales. Sin embargo, la mejor evidencia científica dicta que hay que conseguir un paisaje rural en mosaico, que consiste en establecer distintos usos del suelo que produzcan discontinuidades de vegetación en el paisaje lo que disminuye la carga de combustible y dificulta el avance de las llamas. Esto logra disminuir la intensidad de los incendios y se aumentan sus posibilidades de extinción. Según este modelo, las plantaciones forestales han de intercalarse con cultivos agrícolas, estableciendo zonas de árboles frutales, de pastoreo extensivo, así como propiciar la restauración y establecimiento de amplias áreas de bosque nativo. Esto implica de facto, menor superficie de plantaciones forestales y una gestión más compleja que evidentemente implica costes y por lo tanto menos beneficios para las empresas, pero no creo que haya otra alternativa porque los desafíos son enormes.

«El cambio climático ha cambiado sustancialmente las reglas del juego a todos los niveles, también en la relacionada con los incendios y la gestión de las plantaciones forestales. Si seguimos gestionando el territorio como hasta ahora vamos a perder todos: las empresas, la naturaleza y los ciudadanos».

CAMBIO CLIMÁTICO

-¿Cómo se explica el efecto del cambio climático en esta emergencia?

-Combatimos los incendios forestales como nunca. Contamos con grandes medios de extinción, profesionales con experiencia específicamente formados para el combate, monitoreo del avance del fuego en tiempo real, sofisticados modelos predictivos, etc. Extinguimos la inmensa mayoría de los conatos de incendios antes de que se propaguen a niveles peligrosos, pero solo hace falta que se nos escape uno de ellos, para que se generen incendios como los que suceden actualmente. El calor (la energía) generada por la quema de vegetación durante algunos de los incendios actuales es mucho mayor que la que se generaba décadas atrás. Esto es el resultado de la mayor temperatura, la sequía pertinaz y las enormes cargas de combustible fino existentes actualmente en el paisaje. No tengo ninguna duda de que el cambio climático va a generar incendios con una intensidad nunca vista hasta ahora. Más medios aéreos y terrestres no los van a apagar, porque estos incendios simplemente superan la capacidad de extinción de cualquier nación. Por lo tanto, tenemos que aceptar y adaptarnos a la realidad en la que vivimos. Para ello hay que tomar medidas de prevención activa, que pasan por la ordenación del paisaje a nivel macro. Es también esencial que se regulen de forma efectiva los asentamientos aislados en zonas rurales porque en muchos casos son zonas donde se han generado focos y además hacen que la gestión del combate del incendio sea extremadamente compleja, y en muchos casos, simplemente inviable. Existen numerosas acciones que serían recomendables implementar para minimizar la cantidad e intensidad de los incendios forestales y mitigar sus impactos, pero las medidas de ordenación del territorio descritas me parecen obligatorias y urgentes. Debemos operar de una forma diferente de lo que veníamos haciéndolo hasta ahora, de lo contrario vamos a sufrir todavía más.

-¿Se puede pensar en un proceso que permita erradicar definitivamente este tipo de emergencias, al menos en la dimensión conocida en los últimos años?

-En primer lugar hay que empezar por admitir que los incendios nunca van a desaparecer de nuestras vidas. De hecho, el fuego forma parte integral de la biosfera y en gran medida el ser humano ha evolucionado hasta el punto de dominar el planeta por ser la única especie que ha aprendido a generar y controlar el fuego. En esta última afirmación se encuentra el matiz clave que diferencia el fuego de los incendios, que no es otro que el control. Los incendios son fuegos descontrolados que a menudo tienen efectos devastadores. El aumento en la ocurrencia y virulencia de los incendios forestales en los últimos tiempos son la evidente combinación del cambio climático (mayores temperaturas y menor humedad ambiental), y una mayor presión humana en los paisajes rurales. Lo anterior se traduce en una gran acumulación de combustible homogéneo en los paisajes, como son las plantaciones forestales, y el aumento de la probabilidad de focos de ignición, bien sea por negligencia o intencionada. Si consideramos los factores mencionados anteriormente queda claro que no podemos erradicar el fuego de nuestros paisajes. Por un lado, el control del clima está en gran medida fuera de nuestro alcance, de hecho, nuestras acciones lo están transformando negativamente. Por otro lado, podemos minimizar el riesgo de ignición con mayor sensibilización social y leyes efectivas, pero la experiencia dicta que es imposible eliminar todos los focos de ignición. Sin embargo, dónde sí que podemos hacer una diferencia notable es en la gestión del combustible en nuestros paisajes. Y para ello debemos actuar preventivamente sobre la cantidad y distribución del combustible en las zonas rurales.

 

Fotografía principal: @FACh_Chile