Hablemos de emociones - UCSC
Postgrados Formación Continua Investigación e innovación Vinculación Contacto
Clima Laboral Comunicación Interna

Hablemos de emociones

Por UCSC

La semana pasada fue la “semana de las emociones”. Digo esto, porque por una extraña coincidencia he sido consultada al menos en seis ocasiones por aspectos emocionales vinculados al trabajo y algunas de las preguntas más frecuentes fueron ¿qué determina nuestro estado emocional?, ¿es posible “saltar” de una emoción a otra? y ¿cómo puedo manejar mis emociones para que no me jueguen en contra?

Para dar respuesta a esta y otras interrogantes, quisiera primero referirme al concepto de emociones, sus tipos y alcances, considerando que hasta Aristóteles hacía mención a ellas, pasando por Darwin, quien estudia las expresiones faciales tanto en animales y personas, destacando su propiedad evolutiva y de supervivencia. Darwin concluye la existencia de emociones universales, lo que es reafirmado en la actualidad por Ekman, quien define seis emociones básicas: ira, asco, miedo, alegría, tristeza y sorpresa,  lo cual a su vez es confirmado por investigadores de la Universidad de Ohio, quienes además agregan otras 15 expresiones compuestas como la emoción “tristemente sorprendido” o “felizmente disgustado”, dando cuenta del amplísimo rango de posibilidades.

Existen muchos modelos teóricos, pero en términos generales es una experiencia que incluye un aspecto cognitivo, uno conductual y otro fisiológico. Cualquier proceso psicológico, conlleva una experiencia emocional que permite adaptarse a una situación, cumplir un rol social y también motivacional. Así, una persona con ira se focaliza en los obstáculos (aspecto cognitivo), demuestra una conducta agresiva (aspecto conductual) y aumenta su frecuencia cardiaca (aspecto fisiológico). La función adaptativa de la ira es la defensa o el ataque. Por otra parte, la tristeza, posee un componente cognitivo de valoración de pérdida o daño, con una actividad neurológica elevada y sostenida y que tiene una función de cohesión con otras personas y disminución del ritmo de actividad.

La causa de una emoción es diversa. Por ejemplo, la ira es causada por un estímulo aversivo para la persona, el miedo lo causa una situación peligrosa, la alegría puede ser resultado de un logro, el asombro surge por una situación novedosa, en fin, lo común es que todas estas experiencias son subjetivas y propias de cada persona, por tanto, nuestro estado emocional está determinado por la forma en que percibimos y pensamos.

La relación entre emociones y estados de ánimo es muy estrecha. Una emoción surge a partir de una circunstancia en concreto, pero se puede convertir en un estado de ánimo si continúa por un tiempo prolongado, hasta instalarse como parte de la identidad de una persona. Así, es más probable “saltar” de una emoción a otra, pero no de un estado emocional a otro. Las emociones son una reacción de alta intensidad, de corta duración, con causas puntuales, que tiene un componente fisiológico y que es poco controlable. Los estados de ánimo, en cambio, son de más baja intensidad, de duración prolongada, con este componente cognitivo, conductual y fisiológico del que les hablaba anteriormente y de control moderado.

La organización mundial de la salud (OMS) señala que la salud emocional “es un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.» Entonces ¿cómo lograr salud emocional?

Se sugiere gestionar e incluso canalizar las emociones y para ello la persona debe identificar su estado emocional más predominante y conocer los aspectos cognitivos y conductuales asociados. Esta acción implica ser consciente de las emociones y aceptar que responden a una serie de factores actuales y que están asociados a pensamientos negativos. Por lo mismo, usted debe revisar si requiere un cambio. Para ello, consulte a personas cercanas a su entorno y que han sido testigos de sus estados emocionales. Una vez clarificado esto, trabaje pensamientos positivos en torno a su persona. Un pensamiento positivo no puede generar emociones negativas. Favorecer la aparición de pensamientos positivos nos ayuda a buscar soluciones a lo que estamos viviendo. Por eso, debemos visualizarnos de una manera positiva y verbalizar afirmaciones positivas. Esto reforzará nuestra autoestima y nos permitirá expresar de mejor forma lo que nos sucede.