Hoy escuché a una compañera de trabajo hablar sobre la importancia de “escuchar al otro y no solo oír”. Algo que pareciera básico, pero que en estos tiempos se nos “devuelve” de una manera dramática a nivel país.
Claramente, estamos perdiendo la capacidad de escuchar. Algunos autores señalan que pasamos el 60% del tiempo escuchando, pero que sólo retenemos el 25% de lo que escuchamos, lo cual da cuenta de nuestra debilidad. Sumado a ello, aplicamos una serie de filtros, en su mayoría inconscientes, que nos hacen escuchar “sólo lo que queremos”.
Oír es la “capacidad de detectar vibraciones a través del órgano del oído, los cuales se aprecian como sonidos”. Estas vibraciones se detectan y luego se transforman en impulsos nerviosos que son enviados al cerebro.
Por otro lado, requiere además de esta acción auditiva, la atención y detección de procesos cognitivos para extraer el significado del sonido. Esta atención es voluntaria e implica intención.
Ahora bien, si hablamos de “escucha activa” nos referimos a una serie de “comportamientos y actitudes que preparan al receptor a escuchar, a concentrarse en la persona que habla y a proporcionar respuestas”. Implica todo un lenguaje verbal y no verbal, desde frases como “me imagino como debes haberte sentido” hasta “entiendo por lo que me dices que, te sentiste muy mal”. También en ocasiones involucra el parafrasear o resumir lo que se ha dicho o bien resaltar algunas palabras del relato que nos han llamado la atención.
Visto esto, pensé en cuantas veces al día, sólo oímos y no escuchamos, menos aún propiciamos la escucha activa tanto en la familia, en el trabajo, en la comunidad y como ciudad y país.
¿Qué hacer entonces? comenzamos diciendo que escuchar implica voluntad e intención y por lo mismo, debemos tener la voluntad e intención de escuchar al otro, lo cual puede implicar un desgaste que debemos asumir. A esto le vamos a llamar la voluntad de «recibir”, luego, debemos apreciar y valorar lo que estamos escuchando, ya sea a través de expresiones de apoyo que den cuenta de que estás atento al relato o asentir con la cabeza. Posterior a esto, “sintetizar”, devolver una síntesis de lo que has escuchado, respetando los silencios, sin juzgar ni interrumpir al que habla, para finalmente «preguntar”, hacer preguntas respecto a las expectativas de la escucha, solicitudes, promesas u ofertas.
¿Por qué es importante? Sólo escuchando podemos coconstruir. Sólo escuchando podemos compartir objetivos cognitivos comunes y que el resultado alcanzado no sea la simple yuxtaposición de información sino su elaboración, reformulación y construcción conjunta entre los participantes” (Crook, 1998). De esta manera convertiremos la conversación en un proceso de creación conjunta.
Coconstruir implica una reflexión en donde las personas se escuchan activamente, considerando que todos son iguales y trabajan juntos hacia un objetivo común. La confianza y la empatía son la base, así como también el brindar espacios al otro, respetando sus opiniones, aunque sean opuestas a las nuestras, siendo la humildad y autenticidad un requisito básico.