Desde hace varias semanas la comunidad UCSC ha sido partícipe de una serie de actividades vinculadas al diálogo y la conversación entre estudiantes, administrativos y académicos, que han sido evaluados de manera muy positiva y que esperamos se mantengan en el tiempo y no sólo ante situaciones de crisis.
La palabra «diálogo», según la RAE es “una plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”. Así, dialogar es algo que eventualmente todos podemos realizar, en cualquier momento y que no necesariamente requiere de una cierta formalidad, sin embargo, vemos que esos diálogos no son tan frecuentes, ya sea por falta de tiempo, confianza o simplemente interés.
Es difícil hablar de diálogo cuando se está en tiempos de crisis, pero justamente es en estos tiempos, donde más necesario es “hacer conversaciones” y por lo mismo, se me vino a la mente un libro de Susan Scott denominado “Conversaciones valientes”.
Una conversación de este tipo requiere “coraje” para interrogar la realidad. El coraje o la valentía es una virtud humana, y que hace referencia a “la fuerza de voluntad que posee una persona para llevar adelante una acción a pesar de las dificultades”. Estas conversaciones requieren de estar presente “en el aquí y el ahora”, algo que cuesta bastante encontrar, cuando evidenciamos tantas “faltas de presencia” de las personas con las que hablamos. Basta asistir a una reunión para evidenciar cómo un porcentaje de personas asistentes, realmente están presentes; mientras otras están pensando en la actividad anterior o en la siguiente.
Realizar una conversación valiente implica ajustarse al contexto, una genuina curiosidad, involucrarse con el otro y estar dispuesto a aprender y alimentar emociones positivas.
Susan Scott señala que primero debe identificar el tema que más presionado le tenga, en lo personal o laboral. Para así iniciar sus diálogos personales.
Luego, es necesario clarificar el tema ¿qué está pasando? ¿hace cuánto tiempo es tema para mí? ¿qué cosas negativas han pasado?, para luego reconocer como ha impactado ese tema en usted ¿qué resultados están sucediendo para mí ahora por esta situación? ¿cómo está impactando este tema a los otros? ¿veo estos impactos? ¿qué emociones siento en mí?
Una vez analizada esta etapa, debe determinar las implicancias futuras. Si nada cambia, ¿qué es lo mejor que puede pasar? ¿qué está en juego para mí en este tema? cuando veo esos posibles efectos, ¿cómo son mis emociones?, ¿cómo he aportado a crear el problema?
Para finalmente comprometerse a la acción ¿cuál es el paso más potente que puedo dar para resolver este tema? ¿Qué debo hacer de todos modos y qué pasará con eso? ¿cuándo daré ese paso?
Como vemos, necesitamos primero hacer una reflexión personal, para luego iniciar diálogos y conversaciones valientes, que tanto requerimos de manera personal, familiar y colectivamente, más aún en la actual situación país que estamos vivenciando.