La reciente decisión de la naviera china OOCL de excluir al Puerto de Lirquén de su ruta transpacífica a Asia es mucho más que una simple reestructuración comercial.
Es una advertencia clara sobre la fragilidad de nuestra estrategia portuaria y la ausencia de políticas públicas eficaces para fortalecer el comercio exterior chileno.
Sin una acción decidida, nuestra región, y en particular Penco, podría enfrentar consecuencias económicas severas.
El Puerto de Lirquén es un pilar fundamental de la economía local, aportando aproximadamente un 13,5% al PIB comunal y un 0,3% al PIB regional.
Según un estudio de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, su actividad genera más de 1.000 empleos directos e indirectos y sostiene a más de 5.000 personas, lo que equivale al 10% de los habitantes de Penco.
Cualquier impacto negativo en su operación no solo pone en riesgo puestos de trabajo, sino también la estabilidad de cientos de familias que dependen directamente de la actividad portuaria.
La decisión de OOCL, aunque determinada por factores globales, expone un problema doméstico: Chile carece de una política portuaria integral que garantice la competitividad de nuestros terminales.
Mientras países como Perú avanzan con proyectos ambiciosos como el mega puerto de Chancay, en Chile enfrentamos trabas regulatorias, escasa inversión en infraestructura y una permisología asfixiante que ralentiza el desarrollo de nuestros puertos.
El comercio mundial está cambiando, y si no reaccionamos rápidamente, quedaremos rezagados.
La región del Biobío no puede permitirse perder su protagonismo logístico.
Es urgente que el gobierno central tome medidas concretas para garantizar la modernización de nuestros puertos, mejorar la conectividad vial y ferroviaria, y generar incentivos que atraigan a las navieras a mantener y expandir sus operaciones en Chile.
Desde la municipalidad de Penco, no permaneceremos de brazos cruzados.
Trabajaremos junto a las autoridades regionales y nacionales para fortalecer la posición de Lirquén en el comercio exterior.
Pero esta no puede ser solo una reacción ante una crisis puntual; necesitamos una estrategia de largo plazo que proteja y potencie nuestros puertos frente a los desafíos del mercado global.
El futuro de Lirquén y de toda la región del Biobío depende de decisiones que deben tomarse hoy.
No podemos seguir supeditados a coyunturas externas para definir nuestro destino.
Es hora de actuar con visión, determinación y una política portuaria acorde con los desafíos del siglo XXI.
Fuente: La Estrella de Concepción