Diferentes problemas sociodemográficos se han generado por el aumento de la esperanza de vida y al mismo tiempo el envejecimiento de población. Debido a ello los especialistas mencionan un incremento de las enfermedades neurodegenerativas, las que se traducen en afecciones crónicas que tienden a generar una gran discapacidad física, intelectual y social, provocando dependencia y disminución de la calidad de vida para ellos y sus familias.
En Chile, entre las enfermedades neurodegenerativas más comunes, se encuentran el Alzheimer, esclerosis lateral amiotrófica, atrofia muscular espinal y el Parkinson. Lo que las caracteriza es que son cuadros incurables y debilitantes que provocan la degeneración progresiva y/o la muerte de las células nerviosas.
Sobre la Enfermedad del Parkinson (EP), la enfermera y académica de la Facultad de Medicina de la UCSC, Nancy Plaza, aseguró que el origen es desconocido. “Muchas veces hay dificultad para el diagnóstico definitivo dado los diferentes tipos de enfermedades neurodegenerativas, especialmente en las personas mayores dado los cambios fisiológicos y patológicos propios de la edad. Mayoritariamente se presenta en personas sobre los 50 años, sin embargo, hay personas más jóvenes que pueden padecerla. Requiere un diagnóstico especifico con un médico neurólogo especialista en trastornos del movimiento”.
Sobre qué debe hacer una persona que fue diagnosticada de EP, la especialista recomendó tener paciencia y buscar información con profesionales del área de la salud o fundaciones que tengan conocimiento científico de la enfermedad. Lo anterior porque es una patología compleja de diagnosticar y requiere un tiempo prolongado en establecer un tratamiento adecuado para mejorar los síntomas y signos propios de la enfermedad según cada persona en particular.
“Lo importante es que hay mejores pruebas diagnósticas y tratamiento más efectivos en la actualidad, pero debe ser evaluados en cada caso particular. Está garantizada en el GES (Garantía Explicitas en Salud), estableciendo como garantía su diagnóstico, tratamiento y cuidados según su plan de salud, tanto en el sector privado como público”, comentó Plaza.
Si bien no existe cura para la enfermedad de Parkinson, hay tratamientos que pueden ayudar a aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Estos tratamientos incluyen medicamentos que aumentan los niveles de dopamina en el encéfalo, terapia ocupacional, fonoaudiológica y fisioterapia. En algunos casos seleccionados, se plantea la posibilidad de realizar terapias quirúrgicas con el objetivo de buscar disminuir los síntomas cuando el tratamiento farmacológico es insuficiente.
Rol familiar
En el transcurso de la enfermedad, el apoyo de la familia y cercanos es determinante para mantener una buena calidad de vida, tanto de la persona enferma como del cuidador. Es fundamental, mantener un grupo de personas capacitadas en el cuidado para tener horarios disponibles para el descanso y distracción de la diada paciente- cuidador.
“Al comienzo, deben preocuparse de mantener los horarios de los tratamientos, no incorporar ningún fármaco o hierbas sin la autorización del médico tratante. También, deben procurar informar a todos los médicos que estén tratándolo porque hay interacciones farmacológicas que potenciar o disminuir los efectos del tratamiento de Parkinson. No aislarse y en lo posible mantenerse distraído a través de actividades que potencien el bienestar y tranquilidad”, aseguró la enfermera.
Asimismo, se recomienda acudir a fundaciones, asociaciones o grupos de la comunidad que trabajen con personas con Parkinson, para encontrar un apoyo emocional de otras personas en la misma condición y de un equipo de profesionales de salud que facilitaran el conocimiento necesario para mantenerse en buenas condiciones. Mantener una buena alimentación, la que considere abundante agua y verduras para favorecer el buen tránsito intestinal. Además, de actividad física para mantener una adecuada capacidad en los sistemas musculoesqueléticos como respiratorio.