Con la llegada de la pandemia y la consiguiente implementación del distanciamiento social, comenzó a crecer el uso de videollamadas y de plataformas como Zoom, Meet, Teams o Skype, lo que favoreció el desarrollo del trabajo, la educación a distancia y muchas otra tareas, que de otro modo, no hubiesen sido posibles de realizar.
Un estudio publicado por el laboratorio de interacción humana de la Universidad de Stanford denomina este efecto como “fatiga de Zoom”, y advierte que el estar quietos a una silla, con la mirada fija en la pantalla y con dificultad para captar los movimientos y el lenguaje no verbal, ocasiona un cansancio adicional a la carga laboral diaria, que podría ser mayor a la que se enfrenta en labores presenciales.
«Yo agregaría que esto está ocurriendo, ya que este sistema obliga a centrarnos más en las conversaciones de manera de absorber información. Es diferente cuando estás sentado en una sala de reuniones, pues percibes los intercambios secundarios de la comunicación. Durante una videollamada, sin embargo, la única forma que tenemos de mostrar interés, es a través de una mirada constante que nos incomoda y cansa», precisó Cecilia Gutiérrez, psicóloga y Jefa de la Unidad de Desarrollo Organizacional de la Universidad.
Para evitar caer en esta nociva dinámica, la profesional recomienda: