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Sal y sodio: diferencias entre el compuesto y el mineral

Por Camila Meza Sparza

Para muchas personas la “sal de mesa” y el “sodio” suelen ser sinónimos, pero no significan lo mismo. Sin embargo, la sal (o cloruro de sodio) es un compuesto de estructura cristalina que abunda en la naturaleza. Mientras que el sodio es un mineral, y uno de los elementos químicos que componen la sal.

Así lo explica la nutricionista de la Facultad de Medicina de la UCSC, Mariel Lobos, quien comentó que el cloruro de sodio o sal que es el nombre como se conoce tradicionalmente y contiene aproximadamente un 40% de sodio y un 60% de cloro. “Por lo tanto, 1 gramo de sal contiene alrededor de 400 milígramos de sodio. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ingesta máxima de sal debe ser de 5 gramos de sal al día, lo que equivale a 2 gramos (2000mg) de sodio al día. Por lo tanto, es correcto decir que el consumo sugerido de sodio al día es de 2 gramos”.

En comparación a otros países Chile se ubica dentro de las sociedades que consumen mayormente sal en el mundo. Según la última Encuesta Nacional de Salud, en Chile se consume en promedio 9,4 gramos de sal al día, lo que corresponde casi al doble de lo que sugiere la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La especialista en nutrición renal agregó que el sodio es un micronutriente necesario para la vida, no obstante, el equilibrio marca la delgada línea entre el beneficio y el perjuicio a la salud. Dentro de los beneficios ayuda al control de la presión arterial y el volumen sanguíneo además de colaborar en la respuesta muscular y nerviosa.

En contraparte, el sodio tiene la capacidad para atraer el agua, por lo tanto, una alimentación alta en sodio puede aumentar el volumen de la sangre y posteriormente la presión sanguínea. “Cuando la presión sanguínea se mantiene permanentemente alta se denomina hipertensión arterial. La alta potencia del flujo sanguíneo puede dañar las arterias y algunos órganos como el corazón, los riñones, el cerebro y ojos principalmente. La hipertensión arterial sin controlar a través de una disminución en el consumo de sodio, disminución de peso en el caso que corresponda, incremento de actividad física y tratamiento farmacológico, puede aumentar el riesgo de enfermedad renal, cardiovascular entre otras. Es importante considerar además que la presión sanguínea tiende a aumentar con la edad, por ello la importancia de limitar su ingesta de sodio”, manifestó Lobos.

Alimentación y etiquetado nutricional

En la realidad nacional, dentro de los ingredientes más comunes que aportan sodio se encuentra la sal de mesa, en cualquiera de sus presentaciones, y además los alimentos procesados y ultraprocesados que lo contienen como aditivo alimentario.

Entonces, para saber de manera práctica cuánto sodio aporta cada alimento, se puede identificar en el actual etiquetado nutricional, ya sea identificando el sodio dentro de los ingredientes “añadidos” al alimento, con nombres como: cloruro de sodio (la forma más conocida), acetato de sodio, carbonato de sodio, benzoato de sodio, hidrogenofosfato disódico, entre otros.  A lo que se suma la presencia del sello de advertencia “Alto en Sodio” en la parte frontal de la etiqueta.

Un alimento alto en sodio contiene sobre 400 miligramos de sodio en 100 gramos de alimento sólido o sobre 100 miligramos de sodio en 100 mililitros si se trata de un alimento en estado líquido. Por otro lado, un alimento se considera con bajo aporte de sodio, si entrega menos de 140 miligramos de sodio por porción, que debería ser la recomendación de consumo.

La profesional reflexionó que “el consumo cada vez mayor de alimentos procesados y ultraprocesados ha incrementado notoria y perjudicialmente la ingesta de sodio, a través de alimentos envasados, tales como sopas deshidratadas o enlatadas, cereales de desayuno, margarinas, helados, salsas, galletas, tortas, postres, productos listos para calentar que simulan platos caseros pero que contienen dentro de sus ingredientes añadidos combinaciones de preservantes y otros aditivos utilizados en su elaboración, entre muchos otros productos que encontramos en la gran mayoría de los pasillos del supermercado”.

Finalmente, la nutricionista precisó que la sociedad occidental en general ha modificado su alimentación significativamente en el tiempo, desde una dieta con bajo contenido de sodio y alta en el consumo de vegetales a una relación inversa, lo que ha favorecido a la manifestación de las enfermedades cardiovasculares. “Por eso la importancia de preparar nuestras comidas con alimentos frescos en un contexto de preparación de comidas caseras, disminuyendo la adición de un exceso de sodio a través de la sal y disminuyendo el consumo de sodio como aditivo a partir través de la disminución de alimentos procesados”, concluyó.